Es la desviación hacia Progreso de Obregón, sobre la México-Laredo. El sol asoma de los montes cercanos. Los habitantes del Valle del Mezquital esperan en una parada del transporte público sobre una angosta banqueta, a lado de un cercado de metal.
Mujeres que viajan hacia Maguey Blanco, campesinos que inician temprano su jornada cotidiana en una parcela de maíz o alfalfa en La Estancia e incluso señores que laboran en la fábrica de cal a la altura de Chilcuautla o aún más lejos en algún negocio de Progreso o incluso Mixquiahuala.
Todos llegan o pasan por ahí, a la espera de los camiones Lusa, unos viejos armatostes azules que de milagro todavía avanzan, muy cumplidores, o las colectivas modernas donde viajan apretujados hasta 15 personas.
La vida del Valle del Mezquital inicia a primera hora entre cerros envueltos en neblina, la noche lejana, la madrugada latente cuando el frio se desvanece poco a poco y el calor surge, y pasa indiferente con las horas y los días que se acumulan en magueyes y milpas de riego o temporal.
Pero ayer, en esa parada del transporte público, frente a un centro de rehabilitación y a un costado del puente-libramiento, había ocurrido algo diferente, un indicio de furia, de sufrimiento con olor a sangre, un síntoma de la violencia.
Mientras esperaban el transporte, algunos observaron, entre temerosos pero curiosos, la banqueta a esa hora de la mañana, pero ya solo quedaban los rastros del agua que alguien aventó para limpiar los indicios donde horas antes “había aparecido” un cuerpo.
Cerca de ese preciso lugar, después de avanzar menos de un kilómetro, hay una base de soldados, quienes colocaron un retén para revisar a los automovilistas que vienen de Actopan, San Salvador o Santiago de Anaya hacia el centro de Ixmiquilpan.
Al obedecer la política de la no confrontación dictada desde el gobierno federal, la misma que aplicó en Tlahuelilpan para no dispersar a los habitantes que sustraían hidrocarburo de un ducto de Pemex, los soldados se han convertido en mudos testigos.
Y ante las estrategias de seguridad y los avances tecnológicos, son cada vez más constantes los homicidios a niveles de espanto.
Quienes viven en Ixmiquilpan consideran que la violencia se debe al sitio estratégico que ocupa como lugar de paso hacia Huichapan rumbo a Querétaro, aunado a que en el municipio no hay ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex) ni concentra la vida empresarial de la entidad.
En tanto, las autoridades consideran que los homicidios son producto de los enfrentamientos de grupos criminales, además de un reacomodo de la delincuencia que es combatida en varios frentes.
Durante las últimas horas se reportó el hallazgo de tres cuerpos en distintos lugares de Ixmiquilpan y lo que no se ve es que los habitantes del Valle del Mezquital continúan sus actividades cotidianas, sin levantar la voz o marchar por sus calles porque están ocupados en no perder sus espacios en medio de tanta violencia.
