Hace tres siglos que la sociedad humana comenzó a tomarse en serio el tema de la educación. Este noble trabajo dejó de realizarse por los frailes, quienes trabajaban para el selecto grupo de personas que podían costearlo, y comenzó a ser una responsabilidad del Estado. En ese momento, toda la estructura educativa tenía una sola finalidad: la formación de un miembro respetable y valioso para la sociedad. Productivo, capaz de tomar las decisiones cruciales para el establecimiento de un patrimonio, de una familia y de un progreso que todos anhelaban. La educación y la economía estaban casados. Pero era un matrimonio de conveniencias, que estaba destinado a fallar.

Las primeras grandes peleas de ese matrimonio se vivieron en Inglaterra y en Francia en el mismo siglo XVIII. Los estudiantes, como era lógico suponer, comenzaron a criticar duramente el sistema en el que vivían. Criticaron la política, el sistema económico, y hasta al mismo sistema educativo en el que se estaban formando. Cuando reúnes gente que piensa, y gente joven, el resultado es previsible: armarán una revolución, tarde o temprano.

Este fue el comienzo de una pelea que espero nunca termine. Han existido movimientos estudiantiles en prácticamente todo el mundo desde entonces. Todos tienen la misma estructura: Los estudiantes se rebelan ante el “Establishment” que es una palabra que se usa actualmente para definir el estado en que se encuentran las cosas, donde una parte de la sociedad, normalmente muy pequeña se aprovecha de otra, normalmente, la mayoría.

En su rebelión, los estudiantes hacen visibles los conflictos sociales de su época y de su país, de su generación, y proponen, casi siempre, modelos alternativos. Es la razón del movimiento estudiantil de 1968, y hasta del #yosoy132. Rebelarse para que la sociedad logre parir un conjunto de cambios que den origen a una nueva forma de organizarse, mejor, y más justa.

Pero ese pleito ha venido muriendo. Como en los matrimonios, las peleas y desacuerdos son necesarios entre las dos partes. Los estudiantes de México y del mundo, mucho hicieron para que la sociedad, los gobiernos y los empresarios, mantuvieran las reglas del juego en constante actualización. Ese mismo papel lo desempeñaron los sindicatos, las uniones de trabajadores, los intelectuales. . . Vamos, que es necesaria la existencia de contrapesos, pero sobre todo, de contrapesos que piensen.

Un tema a poner sobre la mesa, es por ejemplo, el financiamiento por parte del gobierno y de las grandes empresas a los partidos socialistas durante el siglo XX. También se financiaba a los sindicatos, los grupos intelectuales y a los estudiantes. Las personas que se rebelan, y piensan diferente, fueron y serán siempre necesarios en cualquier sistema.

Pero, ¿Qué ha pasado desde entonces? Simple. Así como en EEUU se desmanteló todo movimiento de trabajadores, en México se desmanteló la educación. Se favoreció un conjunto de actividades diseñadas para generar obediencia, mansedumbre y sumisión.

Los alumnos dejaron de hacer ensayos, para hacer resúmenes, se simplificó hasta la risa la enseñanza de las matemáticas, se dejó de exigir a los alumnos leer, y aún con ello, los alumnos egresan por carretadas de la educación media superior. En pocas palabras: Todos salen del bachillerato, aunque  no tengan las habilidades antes requeridas en la primaria.

 

Esto, ya no es un pelito de casados. Es un divorcio en todas letras. ¿Por qué? Simple: La educación superior dejó de ofrecer movilidad social. Hace 30 años, contar con una licenciatura le garantizaba al egresado mejorar su nivel y condiciones de vida, y los de su familia. Hoy, la educación superior no garantiza nada.

Un estudiante deficiente no protesta. Un profesional deficiente no cuestiona su sistema. Solo lo perpetúa.

Por ello, hoy en Lecciones de Economía para la vida, les platico 5 cosas que deben hacer los estudiantes, para mantenerse rebeldes y contestatarios, para ser el cambio que necesitamos, y que ellos mismos necesitan para su vida.

Primer aprendizaje: Lo importante de la escuela no son las calificaciones. Son los aprendizajes. No vas a trabajar con tu diez, o tu nueve, o tu ocho. Al mundo laboral le importa muy poco tu calificación. El mundo laboral comprende que esa calificación no refleja tus aprendizajes, y lo comprende desde que mandaste tu curriculum con faltas de ortografía. Se vive de lo que se aprende, no de la calificación que obtienes.

Segundo aprendizaje: A la escuela se va a aprender, no a pasar. A todo mundo le hacen creer una falacia inmensa: a la escuela hay que ir a pasar las materias. Nada más lejano de la realidad. A la escuela hay que ir a aprender. Aprobado o no aprobado es un convencionalismo social. Aprendido o no aprendido es un asunto, incluso de vida o muerte.

Tercer aprendizaje: Me robo una frase del Maestro José Velez Laredo: Antes se estudiaba una carrera para la vida, ahora elegimos una carrera y hay que mantenerse estudiando toda la vida. Lo que hoy sabes sobre tu carrera, será probablemente obsoleto en solo una década. Tienes que mantenerte aprendiendo todo el tiempo, a un ritmo que te permita seguir siendo competitivo, y no quedarte atrás de las generaciones y generaciones que hay cada año de egresados de los miles de universidades del país. Cada año, se duplica el conocimiento humano que circula internet. Si no te mantienes al día e investigando, lo que sabes, con los años, será nada.

Cuarto aprendizaje: vivimos una época en la que las actitudes valen tanto o mas que las aptitudes. Tu carácter, tu disposición a hacer, o a no hacer las cosas, tu energía, tu fuerza, tu pasón, son tanto o más importantes que lo que sabes y que lo que sabes hacer. Hay una gran frase sobre este tema que dice: Es tu actitud, y no tu aptitud la que determina tu altitud.

Quinto aprendizaje: Hay que aprender a tener claro lo que está bien y lo que está mal. Y ese tema no es un tema de mayorías. Por ejemplo, esta generación, casi completa, se creyó este cuento de que los pobres son pobres porque no se esfuerzan lo suficiente, porque no estudiaron, por que no quisieron. No hay nada más falso y más tonto. Es un razonamiento forzado. La mayor parte de las personas en circunstancias difíciles, no tomaron oportunidades, porque no las tuvieron, porque no existían en su medio, en su lugar, en su espacio, o a su alcance. Normalmente este cuento lo repiten personas que han tenido todas las oportunidades del mundo, y, evidentemente les suena real, porque conocen amigos, que sí son parte de esa historia, pero esa historia no es para todos, ni es cierta en todos. El compañero de la Universidad que flojeó y fue irresponsable, y al que ahora le va mal, no puede compararse con la historia del niño que no podía ir a la primaria, o al que no aprendía porque no había desayunado.

La pobreza, la marginación, la segregación y la falta de oportunidades son temas que están mal, y en los que toda la sociedad debe trabajar. Lo que está mal, y gravenmente mal, es culpar al pobre por ser pobre, y al ignorante por ser ignorante. Está mal, y algo debe hacerse. En ese “Debe” hago énfasis. Porque a esta generación le cuesta mucho trabajo hacer lo que debe, porque está muy ocupada haciendo lo que quiere.

Estoy seguro de que estos cinco aprendizajes le permitirán a cada persona que quiera seguir aprendiendo, ya sea en una escuela o en su casa, con maestros, o solo con libros, a mantenerse joven de mente y desarrollar una constante actitud de crítica hacia el sistema.

Que las cosas sean como son, no significa que no puedan ser mejores. Como lo dijera el político chileno Salvador Allende, Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción, hasta biológica. Más que suficiente por un día. Que tengan un gran fin de semana.

José Luis Ramos Ortigoza.

José Luis es profesor de Economía de la Universidad Iberomexicana de Hidalgo, ha sido columnista y conductor de programas de Radio y ha participado en distintos programas de Televisión, es conferencista y consultor en temas económicos, administrativos y de Desarrollo humano. Lo encuentras en Facebook por su nombre.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *