En los últimos 10 años se ha presentado en el mundo, y especialmente en México una protesta sin precedentes contra la corrupción. Solo este año, en julio, en Perú un colectivo de casi 20,000 personas salió a las calles a manifestarse contra la corrupción de su sistema judicial. Ese mismo mes, Guatemala, Costa Rica y Austria, hacían lo propio frente a los actos de sus gobiernos, sus actos actuales y pasados. Este Agosto, las protestas duraron 5 días en Brasil, por escándalos de corrupción que se destapan cada semana. En México, el 18 de este mes de agosto, en la CDMX, con consignas y pancartas los manifestantes repudiaron los casos de jueces que han liberado a delincuentes, así como los altos salarios de ministros y funcionarios de la SCJN.

El tema más buscado en los periódicos de nuestro país en este agosto del que hablamos fue un esquema de corrupción del sexenio pasado, que incluyó a personajes del más alto nivel, así como a por lo menos ocho secretarías y veinte universidades públicas. La llamada “Estafa Maestra” tiene actualmente en prisión a la ex jefa de gobierno de la Ciudad de México y ex secretaria Rosario Robles. Existen órdenes de aprensión contra un puñado de funcionarios de alto y muy alto nivel, y tal parece que este es solo el principio.

Si retrocedemos a revisar este año, además de los países mencionados, hubieron también ciudadanos protestando en Haití y la República Dominicana, en Rusia y Argelia. Pero las protestas contra la corrupción de este año, alcanzan a países desarrollados, Inglaterra y Francia son dos de los ejemplos más claros. El mundo, parece, se ha cansado de la corrupción.

¿Por qué tanta protesta? La corrupción siempre ha existido. Ha sido la enemiga del desarrollo durante milenios. Fue parte sustancial del fin de Roma, hace 1,600 años, acabó con los cimientos del sistema feudal, adelantó la evolución francesa y la revolución rusa. Fue pieza clave de las revoluciones de Latinoamérica del siglo XX, transformó a China, en la década de los 60″s y los 70`s.

Si. Siempre ha existido. Pero por fortuna, y  gracias a las herramientas que tenemos de comunicación, hoy es más visible. Y no solo más visible, su combate se ha vuelto más posible.

La corrupción constituye un obstáculo enorme para el desarrollo económico y social y para el logro de los objetivos de los gobiernos de todo el mundo. ¿Por qué? Pensemos en términos prácticos: La corrupción consiste en el abuso del poder público (un puesto gubernamental)  para el beneficio propio, o de aquellos más allegados, o bien, para un grupo o sector por el que se sienta afinidad. En un ejemplo simple, un gobierno de cualquier lugar, decide invertir en un camino para mejorar las condiciones económicas y sociales de una población. En la asignación del contrato a la empresa que lo realizará, se puede presentar un conjunto de actos de corrupción: En primer lugar, se asigna la obra a una constructora que no reúne las condiciones de calidad y capacidad para realizarla. El resultado será que la carretera no cumpla con los requisitos mínimos de calidad, pero además, se le pidió a la empresa que la realiza, el 10% del valor del contrato para el funcionario que le favoreció con su decisión, el empresario no está dispuesto a sacrificar sus ganancias, de tal forma, que ya avanzada la obra, solicita un incremento presupuestal (vaya invento) por que (y la ley lo permite) “no calculó adecuadamente sus costos” y se enfrenta al riesgo de no terminar la obra. El funcionario acepta el aumento de presupuesto, pero en esta ocasión, no le pide el 10% del valor de la obra. No, lo usual en estos casos es hasta el 40% de “moche” para quien “le está facilitando las cosas” En términos rápidos, y de acuerdo a la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción, con lo que en México se hace una carretera, se podrían hacer dos.

Cerca de la mitad del gasto público en obras, se pierde en el mar de la corrupción. Pero esto no es todo. No. En nuestro ejemplo, como el empresario sabe que está en cohecho, puede utilizar materiales de la mínima calidad, poner una carpeta de asfalto de 12 cm. en lugar de 20, y al final, de esa carretera que favorecería el desarrollo económico y social, el pueblo tiene, 10 años después un camino repleto de baches, que dejó de funcionar en las segundas lluvias y que hoy es una muestra más de cómo los funcionarios roban. 

¿Roban? Si. La corrupción equivale, simplemente, a robar a quien menos tiene y a quien más necesita. La corrupción, es  robarle al pobre, aprovechando una posición privilegiada. Es terrible, en tanto se falla a toda noción de servicio al público, pues se falla a la ética al tomar lo que no corresponde, se falla también al desposeer al pobre y al desvalido, y se falla finalmente al aprovechar la oportunidad de servicio, y convertirla en oportunidad de beneficio. 

El acto de corrupción, constituye un doble atentado contra el crecimiento y la prosperidad del país, en lo que se refiere no solo al desvío de recursos para sus fines previstos, sino también a los efectos de los servicios que no se prestan: Un acto de corrupción puede traducirse en  hacer una carretera, cuando podrían haberse construido dos, en una falta de vacunación, o como escandalosamente sucedió en Veracruz hace unos años, dar agua a los niños con cáncer, en lugar de quimioterapia. Un acto de corrupción puede convertirse una falta de suministro de medicinas o de útiles escolares, en la falta de alimentos o de agua. Así pues La corrupción en suma, se constituye como una falta de desarrollo.

Ya sabemos que la corrupción es un atentado al desarrollo económico. ¿Y cómo combatirlo? Es simple. El Acto de corrupción requiere para ser cometido, un ambiente de opacidad y secrecía, actuar en lo oculto y para lo oculto, por lo que la principal arma contra la corrupción es la transparencia, actuar desde lo visible de lo legal, y no desde la oscuridad del cohecho.

La transparencia radical, combate a la corrupción, las líneas para alcanzar estas metas son claras, debemos usar la innovación y la tecnología para impulsar este  cambio. Debemos hacer más para lograr la participación de los ciudadanos, y especialmente de los jóvenes. Y finalmente debemos colaborar, Gobierno, e instituciones educativas para lograrlo.

Esta columna se llama economía para la vida, y en la vida, mis amigos lectores, la herramienta de hoy es simple, pero tremendamente poderosa; Para no ser corrupto sigue una máxima simple:

Di lo que haces, y haz lo que dices. Y si no quieres que nadie se entere de algo que quieres hacer, mejor no lo hagas, seguramente, estás cometiendo un acto corrupto.

 

  • José Luis Ramos Ortigoza

José Luis es profesor de Economía de la Universidad Iberomexicana de Hidalgo, ha sido columnista y conductor de programas de Radio y ha participado en distintos programas de Televisión, es conferencista y consultor en temas económicos, administrativos y de Desarrollo humano. Lo encuentras en Facebook por su nombre.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *