El pasado fin de semana, tuve la oportunidad de celebrar, a través de la Fundación Proamigo, el Día Internacional de la Juventud y el Día Internacional de los Pueblos Indígenas.
Junto con los jóvenes y las comunidades originarias de nuestro Estado, dos de los grupos mayoritarios de nuestra entidad, pude comprobar que la sociedad pachuqueña tiene ganas de encabezar el cambio, y de impulsar la transformación que tanta falta le hace a nuestra ciudad.
Como bien sabemos, los políticos poco harán por estas causas. Por esta razón, desde la Fundación Proamigo, junto con expertos en economía, urbanismo, movilidad y seguridad, entre otras materias, trabajamos en un proyecto para transformar a la capital de Hidalgo.
Nuestra ciudad tiene áreas de oportunidad latentes. Sin embargo, para aprovecharlas necesitamos una ruta para preparar el terreno, apuntalar nuestras fortalezas y resolver los desafíos que nos esperan.
Con base en información del Sistema de Información Georeferenciada de Hidalgo, Pachuca es la economía más grande el Estado, al aportar el siete por ciento del PIB estatal; para poner el dato en contexto Tizayuca, que es el segundo lugar, aporta a nuestra economía casi el seis por ciento, pero su población equivale al 43 por ciento de los habitantes de Pachuca.
La economía pachuqueña es poco productiva porque no está diversificada ni ha encontrado una vocación que sustituya a la minería, por lo que depende del comercio.
A pesar de la inestabilidad que han traído el proteccionismo de países como Estados Unidos, el comercio internacional y el intercambio de conocimiento mueven la economía global, y aunque suene muy ambicioso, lo primero que tiene que hacer Pachuca es dejar de mirarse el ombligo y ver hacia afuera, porque ahí están las oportunidades.
Para participar en los mercados internacionales, necesitamos poder aportar algo y, siendo sinceros, hoy no estamos listos. La ciudad no produce materias primas, su producción agropecuaria es casi inexistente, y prácticamente no tenemos industria.
En mi opinión, para reinventar la economía tenemos tres áreas de oportunidad.
Por su ubicación geográfica, Pachuca es un punto de conexión entre la capital del país y los puertos de Lázaro Cárdenas en el Pacífico, así como con los de Tampico y Veracruz en el Golfo de México.
Al estar en el corazón del país, y tan cerca de la Zona Metropolitana del Valle de México, podemos convertirnos en un centro logístico regional, un ramo que se expande rápidamente, impulsado por el crecimiento del comercio electrónico.
En este orden de ideas, apostarle todo a la logística sería un error, ya que esta actividad demanda una gran inversión en materia de comunicaciones por parte del Estado, y, al tratarse de un servicio no vinculado a la cadena productiva, genera poco valor y limitada innovación.
Pachuca necesita encontrar una nueva vocación que le sea propia, que esté relacionada con su historia, pero también con sus aspiraciones futuras y, por supuesto, con su desenvolvimiento en la economía global.
La apuesta es el turismo. Somos la puerta de entrada a uno de los corredores turísticos más interesantes del país, el Corredor de la Montaña, que combina tradición, magia, cultura y aventura para ofrecer al visitante una experiencia única.
Para explotar el turismo, necesitamos renovar la infraestructura turística con mejores hoteles y restaurantes que ofrezcan servicios de calidad, y hacer de Pachuca el principal atractivo de la región, mediante la rehabilitación de espacios públicos en un esquema de planificación urbana integral; la recuperación de áreas con valor patrimonial, como el Centro Histórico; y su vinculación con la montaña a través de sistemas de movilidad sustentable y segura.
Pachuca tiene una tercera área de oportunidad en el desarrollo de nuevas tecnologías, por una sencilla razón: en el centro del país nadie, ni siquiera la Ciudad de México, lo está haciendo en forma sistemática.
En este propósito hay que reconocer el esfuerzo y la determinación de varios jóvenes empresarios pachuqueños que le están apostando, en forma independiente, a desarrollar una industria tecnológica en la ciudad.
Con esa misma visión y ganas de innovar, hay que reinventar Pachuca, recordar que es una ciudad con cientos de años de historia, que ha vivido épocas de esplendor y que hoy, en pleno siglo XXI, necesita que sus ciudadanos nos hagamos cargo de ella y la llevemos a ocupar el lugar que, como capital de un Estado tan importante como Hidalgo, le corresponde.
