Los momentos que vivimos en el presente de nuestro país, quedarán marcados en la historia como los más violentos de su historia. Para mí resulta aterrador leer, escuchar y ver a diario lo violento que es México. Este no es un fenómeno exclusivo de nuestra nación; el mundo entero está lleno de violencia en diferentes expresiones.

Gran parte del consumo de entretenimiento ofrece contenidos violentos que entretienen a la masa. La industria del cine no es ajena esto. Hace unos días hacía un breve repaso de las carteleras en salas comerciales y de las ofertas en streaming. Es poco lo que no ofrece la fórmula de  peleas, balas, sangre y muerte.

Pensaba en un éxito de taquilla como lo fue Logan, película de 2017, tercera de la trilogía Wolverine y parte de la saga X-Men. Ver a una pequeña de apenas 11 años, X-23, interpretado por la niña Dafne Keen, convertida en una feroz mutante que aniquila con todo su poder a los enemigos, resulta desgarrador, por lo menos para mí. Esta cinta recaudó alrededor del mundo ganancias por 620 millones de dólares. Asombroso que un producto tan violento, tan sangriento haya generado tales números.

No importa si las películas van dirigidas a un público adulto o no. Lo que realmente importa es presentar la violencia como algo normal en las historias que nos presenta el cine del presente. Ver cientos o miles de personas muertas en la pantallas, ya es algo normal, pasa inadvertido por el espectador, ávido de ver grandes y espectaculares efectos especiales. Es el caso de Batman vs Supermán: El origen de la justicia; en esta historia de DC Comics, mueren miles de personas, mientras vemos a dos súper héroes tratando de salvar Metrópolis.

Después de vivir en un entorno violento como el de México, como el de Estados Unidos o como el de muchos otros lugares del mundo, no sería necesario consumir y normalizar la violencia en el cine. ¿Qué es normal? Es algo habitual u ordinario. El cine de masas llegó a ese punto, hacer habitual la violencia, las balas y la sangre.

Hace poco estuvo en cartelera Hotel Mumbai, presenta la historia basada en hechos reales sobre los atentados en Bombay de 2008, específicamente los del Hotel Taj Majal Palace. Ver tanta sangre y tanta violencia en el desarrollo de esta película resulta perturbador. Tal parece que para narrar desde la ficción ese lamentable hecho, era obligatorio mostrar a detalle cada una de las ejecuciones.

Estos son solo algunos ejemplos del cine como factor normalizador de la violencia en la sociedad. Seguramente habrá estudios y análisis sociológicos que puedan profundizar y en el tema. No hagamos de la violencia algo normal, no lo es, no tiene que ser.  Yo, como espectador no necesito ver más sangre ni más muertes en la pantalla.

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