Hace un par de semanas, Francisco Xavier Berganza, experimentado hombre de la política estatal, anunció su intención de contender el próximo año por el Ayuntamiento de Pachuca. Con la actitud canchera de quien lleva años en la grilla, el exsenador afirmó, sin empacho alguno, que podría competir portando los colores de casi cualquiera que no fuese el PRI, incluyendo obviamente a Morena, y que incluso valoraba ir como candidato ciudadano.
Unos días después, Israel Félix anunció, de manera intempestiva, su renuncia al gabinete de Omar Fayad para buscar una alcaldía, Mineral de la Reforma o Pachuca. Esto, en función de los tiempos que corren no tendría nada de raro& si no fuera porque piensa hacerlo desde Morena.
Ambos casos son síntoma de la avanzada descomposición de los partidos, y producto del nulo respeto que la clase política muestra hacia sus siglas y menos aún, al ciudadano.
Las aportaciones de Francisco Xavier a la vida pública en Hidalgo son de gran valor. Su carisma y proyecto han sido fundamentales para que, a pesar de la hegemonía del PRI, tengamos alternancia en gran parte del territorio hidalguense.
Si algo puede reprochársele a Berganza ha sido su malabarismo; inició en el PAN, posteriormente fue Senador por Convergencia (hoy Movimiento Ciudadano), y en 2016 regresó al PAN. En su mensaje dejó claro que ese es su camino. Palabras más, palabras menos, dijo que le da lo mismo quien lo cobije; total, las personas votan por personas, no por partidos.
Si se concreta la pretensión de Israel Félix, es un escándalo. Priista “por convicción”, cercano a nuestro gobernador, también priista (y que supone, coincidente y convenientemente, que su relación con AMLO es buena), en un estado donde (se supone) el PRI sigue siendo fuerte, mejor opta por ir a donde (ambos suponen) les ofrecen la mejor garantía de triunfo, sin ver el notorio conflicto de interés que encierra su decisión: ¿no se supondría que, al renunciar a su puesto como burócrata, Félix también renunciaría a su relación con el poder?
En el contexto de la alianza que los gobernadores priistas están tejiendo con el presidente López Obrador, la renuncia de Félix es casi una trivialidad. En el contexto de la desconfianza que hasta los mismos priistas manifiestan hacia el partido que los cobijó e impulsó, es algo grave.
Sin embargo, al final de cuentas hay que entender que ambos actúan como políticos que son: estratégicamente, con arreglo a sus fines, sin consideración de los principios que (aunque ellos no lo vean o no lo sepan) representan, ni de los electores que en algún momento confiaron en los partidos que apoyaron sus candidaturas.
En este sentido, la actitud de Francisco Xavier es decepcionante porque sabe lo que es luchar desde la oposición y hoy, ve la ruta ciudadana como un botín político, sin reparar que las candidaturas independientes valen, sobre todo, por su neutralidad.
Creo en el valor de la política para resolver conflictos; pero antes que eso, creo en los principios fundamentales que hacen posible que la política sea un espacio privilegiado de diálogo y acuerdos.
Mientras los políticos sigan sin entender que la sociedad se cansó de su cinismo, seguiremos viendo a los electores lejos de los partidos y a los partidos lejos de las decisiones públicas. Hoy, la única alternativa de cambio real, son las opciones ciudadanas. No reconocerlo y no defenderlo, es alejarnos aún más de la sociedad plural, justa y democrática que queremos ser.
