El sindicato en su concepción más pura es un elemento indispensable del equilibrio entre los poderes económicos y la fuerza laboral. 

Sin embargo, en México los sindicatos laborales se han transformado en minas de oro para sus líderes y peor aún, las centrales sindicales o centrales obreras como la CTM o la CROC son en definitiva, uno de los principales explotadores de la clase trabajadora.

Tanto los sindicatos como las centrales obreras se convirtieron en brazos políticos y en tesoros para la manipulación de las masas, a tal grado que a lo largo de los últimos 80 años, los líderes de estas estructuras han sido célebres y nefastos legisladores federales. Desde Elba Esther Gordillo, pasando por Carlos Romero Deschamps y ahora con el fatídico Napoléon Gómez Urrutia.

Para que no se nos olvide, Napoléon Gómez Urrutia, líder del Sindicato Minero, huyó de México por que le imputaban un desfalco a su propio sindicato del orden de 50 millones de dólares; y a quien ahora, Andrés Manuel López Obrador le brindó protección haciéndolo senador plurinominal por Morena. Si, así como lo lees.

La gravedad del caso es que ahora Napo, como se conoce en el bajo mundo, ha comenzado a impulsar su propia central obrera, llamada CIT (Confederación Internacional de Trabajadores) que para comenzar no ha sido inscrita ante la Secretaría del Trabajo y mucho menos es internacional, pero ya salió a develarla con bombo y platillo ante los medios de comunicación.

Y más grave es, que Napo ahora se encuentre moviendo los hilos de los trabajadores en el estado de Tamaulipas, impulsándolos a que tengan huelgas ilegales, pues así ya lo declaró la misma autoridad laboral. Tan grave es, que ahora la clase trabajadora está actuando ilegalmente en contra de su fuente de empleo.

Pero esto aquí no termina, pues la administración de Andrés Manuel López Obrador no ha hecho nada al respecto y el problema se les está saliendo de las manos, permitiendo la violación del estado de derecho de dichos sindicatos antes de ir contra el pueblo sabio. 

Esta violación sucede cuando entendemos que la CNTE ha violado el estado de derecho y ha extorsionado al gobierno federal desde hace semanas con sus plantones ilegales en las vías férreas de Michoacán, mientras que en Tamaulipas también suceden varias huelgas (legales e ilegales), a tal grado que varias empresas han preferido irse y otras tantas están al borde de cerrar, mientras que las que cedieron a las demandas laborales, han incrementado su pasivo laboral en un 20%.

Y …¿A quién afecta entonces esta demagogia sindical? De primera mano afecta a las empresas que no pueden seguir trabajando, que no reciben insumos, que detienen sus operaciones y que siguen pagando sus gastos y pasivos sin poder ser productivas. Tarde o temprano, afectará a todos en una escalada de precios que se traducirá en inflación.

Bien Andrés Manuel, y ¿Qué esperas entonces para actuar? ¿Sabías que tenía más de 8 años que no había una huelga en México? ¿Entonces, ahora el pueblo sabio deberá de ir contra de la productividad para lograr su bienestar?

Entonces, diciendo abiertamente lo que pienso lo cual seguramente AMLO y sus seguidores lo llamarían neoliberalismo fascista, tengo una importante observación que hacer:

¿Qué pasaría si un trabajador estuviera descontento en su trabajo por lo que gana o por sus prestaciones y evidentemente quisiera lograr mejores condiciones para él y su familia? Me parece que hay dos respuestas, la respuesta de la “4T” que básicamente es: Vámonos a huelga hasta que la empresa me pague lo que yo creo justo, aunque eso implique quebrarla o ahuyentarla. O la respuesta neoliberal fascista: ¿Y si me preparo mejor y me esfuerzo más para que pueda accesar a un mejor empleo o bien, si creo poder estar mejor en otra empresa, por qué no me voy? 

O mejor aún, ¿Y si busco trabajo acorde a mis competencias y no me meto a trabajar al Conacyt?

Las empresas Andrés Manuel, Napoléon, Carlos y Elba Esther… ¡No son un botín ni un trofeo! Las empresas son la base de la generación de empleo, impuestos, desarrollo, riqueza  y crecimiento de cualquier país.

Sin duda hay empresas que no son buenas con sus trabajadores, pero puedo asegurarles que no hay un sólo sindicato que sea bueno con la empresa. 

El sindicalismo actual es un lastre para México. Así sin mordaza.

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