Siempre, cuando la sociedad pachuqueña es puesta a prueba, cuando alguna situación afecta su vida cotidiana, sale a relucir la organización espontánea con la finalidad de hacer frente, con la ayuda de todos, a esa adversidad.
En un lapso de 15 años, en la capital del estado han ocurrido esos movimientos colectivos primordialmente bajo un cariz social.
Prueba de ello fueron los movimientos nacionales que tuvieron réplica entre la juventud hidalguense como el Yo soy 132 o la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa. Incluso las protestas por el aumento de la tarifa del transporte público.
La puesta en marcha del Tuzobús en la administración de Francisco Olvera Ruiz también provocó la organización de la ciudadanía para protestar contra un transporte caro, de mala calidad, que no era lo que había prometido el discurso oficial.
Otras protestas que dieron paso a que una persona se organizara con otra para hacer escuchar sus inconformidades y lograr un beneficio mutuo: las detenciones de campesinos del Valle del Mezquital y la Huasteca o la construcción de un gasoducto sobre sitios sagrados para los habitantes de la Sierra Otomí-Tepehua.
También la adversidad ha provocado que los pachuqueños se replieguen en sí mismos y, por el contrario a esta dinámica colectiva, evitan el contacto con los demás como sucedió en la contingencia por influenza en la administración de Miguel Osorio Chong.
Otra muestra de solidaridad a distancia fue cuando recopilaron víveres para los damnificados de los sismos para Ciudad de México o Morelos, ocurridos en 2017.
El gasolinazo hace dos años fue un movimiento espontaneo contra el incremento del hidrocarburo en la capital del estado y Valle del Mezquital, infiltrado por los partidos políticos, principalmente Morena.
Y lo más reciente, el desabasto de hidrocarburo se recrudeció en la zona metropolitana de Pachuca ante la falta de información gubernamental que precisara al ciudadano de una manera oportuna en qué gasolineras llegaría la pipa de Petróleos Mexicanos (Pemex) para surtir combustible.
Ese vacío fue llenado por las redes sociales y el WhatsApp, como canales para difundir información.
Ayer en la tarde había 16 grupos en la aplicación con más de 200 integrantes que difundían durante todo el día direcciones de gasolineras, fotos y el arribo de pipas para que los automovilistas, si podían hacerlo, fueran de inmediato a ese sitio con tal de comprar combustible.
Como toda actividad que implica a más de una persona, hubo quienes compartieron información falsa pero es más importante la necesidad de abastecerse de gasolina que los propios integrantes de estos grupos los eliminaron y pidieron compartir información verídica, con fotografías si era posible.
Una red virtual conectada a través de sus celulares, donde la mayoría de sus integrantes no se conoce y quizá nunca se topen de frente. La nueva era.
Tal vez sean caóticos estos grupos de WhatsApp, todos hablan, quieren aportar, opinan en desorden que nadie controla, mandan audios, pero es la organización ciudadana para superar el desabasto de la gasolina, así, sin colores partidistas o líderes advenedizos.
Es muestra que no estamos tan mal como sociedad, que no todo está perdido.
DISTRIBUCIÓN
Combatir el robo de hidrocarburo era urgente en este país, problema propiciado por PRI y PAN durante años para desaparecer Pemex y justificar la reforma energética, pero el gobierno de Andrés Manuel López Obrador descuidó un punto fundamental: la distribución del hidrocarburo.
El resultado: cientos de automovilistas varados, otros con garrafones en mano y el temor de los habitantes de las comunidades que viven del llamado huachicol. Es ahí donde el nuevo gobierno debe actuar, con programas sociales que eviten que niños sean halcones de los huachicoleros, para impedir más muertes, para que la vida cotidiana de miles en este estado regrese a la normalidad, poco a poco.
