Durante la anterior comparecencia en el Congreso del procurador de Justicia, Raúl Arroyo González, surgió el cuestionamiento sobre el paradero de tres policías de la capital del estado que desaparecieron hace diez años.
El procurador respondió al diputado Víctor Osmind Guerrero Trejo que no tenía la información a la mano, pero ofreció entregarla después.
La desaparición de los uniformados ocurrió en una de las épocas más oscuras, cuando la delincuencia infiltró instituciones de justicia y los habitantes de la capital se enteraban a diario de balaceras y secuestros.
El hallazgo de cuerpos en tiros de mina fue una posibilidad de poner punto final a la búsqueda y angustia de familiares que, sin embargo, a la fecha continúa porque las autoridades no han esclarecido el paradero de los tres policías.
LA ÚLTIMA VEZ QUE LOS VIERON
Aquel 5 de abril de 2008, el agente de tránsito José Guadalupe Cuenca Durán, fue a trabajar a la Secretaría de Seguridad Pública de Pachuca como hace siete años. Eran las seis de la mañana. Antes del mediodía regresó varias veces a la casa por un inusual dolor de estómago.
Después de las nueve de la noche habló vía celular con su esposa y le dijo: “Pasó algo grave pero estoy bien”. Agregó que salía de la Secretaría de Seguridad de Pachuca y que iba a la Procuraduría General de Justicia del Estado de Hidalgo a declarar.
A las 10:30 de la noche encontraron su camioneta Chevrolet abandonada. Primero, las llamadas al celular eran enviadas al buzón, después ni siquiera eso.
La madrugada del 6 de abril del mismo año, Arturo Téllez Moncada, perito en hechos de tránsito terrestre con siete años de experiencia en la Secretaría de Seguridad Pública de Pachuca llegó a su casa. Le dijo a su esposa: “Voy a renunciar, no quiero ponerte en peligro”. Había estado en compañía de Guadalupe Cuenca.
Al día siguiente, cuando eran las once de la mañana tocaron el timbre. Su esposa le dijo que no saliera pero Moncada no hizo caso. Era su compañero Julio César Celis quien estaba en la puerta. La mujer los vio alejarse.
El jueves 7 de agosto de 2008, Salvador Juárez Coiffier conducía la patrulla municipal 602 en la céntrica calle Guerrero de la capital del estado. Cuando se le solicitó para cuidar un establecimiento comercial.
Permaneció solo en el lugar que se le había requerido y luego se retiró. Tal vez obedeciendo una orden o atendiendo un llamado. Horas más tarde la patrulla a su cargo apareció estacionada en el parque Hidalgo sin rastro del policía.
Coiffier había sido taxista y miembro de la Policía Industrial Bancaria antes de ingresar a la Policía Municipal de Pachuca. Ocupó el octavo lugar en una promoción de cien elementos a los que se ofreció capacitación y su grado es de policía segundo, a cargo de una patrulla a quien solía acompañar un escolta.
