En el templo de Panacaxtlán, comunidad ubicada a tres kilómetros de la ciudad de Huejutla, se llevó a cabo la misa de cuerpo presente en honor de María Antonia, María Mónica y María Magdalena, vecinas del lugar, quienes murieron ahogadas después de ser arrastradas por la corriente de un paso vado que las llevó al río que desemboca en la colonia Tahuizán.

A la iglesia arribaron vecinos de Panacaxtlán y Hueynali con flores y velas de cera para dar el último adiós a las mujeres de 47, 52 y 58 años de edad, cuyos cuerpos fueron recuperados la madrugada del martes a la altura de la colonia Obrera, Las Palomitas y el fraccionamiento San José, de la ciudad de Huejutla.
 

EL HUMO DE LOS COPALEROS
 

Los féretros en gris, azul marino y beige, con lienzo oscuro, eran ‘escoltados’ por cirios pascuales que, por un momento, fueron difuminados por el humo de los copaleros que poco a poco se apoderaron del espacio, insuficiente para albergar a la gente que acudió a orar por las fallecidas.

Al término de la ceremonia de cuerpo presente, los catequistas rezaron y, posteriormente, colocaron banderas blancas personalizadas sobre cada uno de los ataúdes en las que se leyó el nombre de las tres mujeres fallecidas.

Antes de dejar la iglesia, algunos fieles católicos rociaron los féretros con agua bendita, posteriormente, pidieron a tres menores de edad llevar las cruces de madera donde estaban inscritos los nombres, fecha de nacimiento y fallecimiento de cada una de las víctimas de la tragedia.
Los niños se posaron frente al cortejo fúnebre, que después de las 14:00 horas dejó el recinto católico. Mientras, varios hombres cargaban en hombros los ataúdes para iniciar su camino al panteón comunitario, ubicado casi un kilómetro de distancia del templo.

El cortejo avanzó varios minutos por la vía de acceso a la comunidad y después enfilaron por un camino de terracería que conduce al camposanto de la localidad.

Tras casi una hora, los dolientes llegaron al panteón comunitario en el que se encontraba la comisión que seguramente fue definida en asamblea general y que habilitó las tumbas que recibirían los restos mortales de María Antonia, María Mónica y María Elena, las tres de apellido Hernández.

Antes de bajar los féretros, los catequistas realizaron una oración para pedir por el eterno descanso de sus vecinas; además, solicitaron a los presentes retirarse un poco de la zona, para tapar la última morada de las mujeres fallecidas.
El panteón comunitario de Panacaxtlán y Hueynali poco a poco quedó solo, hasta que era posible escuchar los ladridos de algunos perros en una zona retirada de la comunidad.

 

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