La señora Juana es una jefa seccional del PRI con un trabajo de diez años en la capital del estado, durante época de campaña lleva comida a los brigadistas, apoya en el reparto de propaganda y es parte de los recorridos que encabezan los candidatos.

Con sus años de experiencia platica con tono confiado. Cuenta que el éxito en las elecciones depende en mayor medida del perfil del candidato y el grado de afinidad que pueda generar entre el electorado.

Sin embargo, ese principio básico, agrega, no fue observado en la selección de candidatos a legislador federal, ya que muchos de los aspirantes solo iban a tomarse la foto sin recorrer las colonias.

Luego de la elección de julio pasado, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) enfrenta el reto nada fácil de recuperarse de la derrota electoral en vísperas de los comicios de alcaldes, cuyo proceso inicia en 2019, y más adelante, la sucesión gubernamental.

En un estado con una tradición netamente priista, los militantes tricolores enfrentan una reconfiguración producto de perder el Congreso Local y por primera vez no tienen ningún representante en la bancada hidalguense de San Lázaro.

Sumidos en esos cambios, al PRI le urge encontrar una figura capaz de sumar apellidos como Pedraza del Valle del Mezquital, o los Rojo de Huichapan, así como a los simpatizantes del senador Miguel Osorio Chong y la figura del primer priista en la entidad, con tal de lograr la unidad proclamada en años pasados.

Una diputada priista, después de una entrevista en el Congreso Local, hacía su corte de caja después de la elección: en campaña nos hizo falta presumir el trabajo y los beneficios del gobierno estatal.

Dirán que no había mucho que presumir, pero lo cierto es que algo no salió bien en la estrategia diseñada desde el edificio del bulevar Colosio y, como dijo otra legisladora federal, también priista, sería un error culpar de la debacle a la avalancha de Morena sin ver lo que dejaron de hacer las estructuras tricolores en el estado.

Doña Juana asegura que cumplió con el trabajo, como cada campaña, pero que los candidatos no fueron los mejores.

Ante ese escenario, el próximo dirigente priista en el estado debe renovarse o quedarse rezagado, viviendo de las glorias pasadas cuando el carro completo era la nota del día siguiente de la elección. Después del 1 de julio quedó un PRI sin cabeza visible, donde cada liderazgo camina por su cuenta, tratando de convertirse en el nuevo líder capaz de aglutinar a los demás.

Y la alerta se prende, cuando en la oposición hay por lo menos tres candidatos naturales y con posibilidades políticas.

 

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