Apenas el pasado 15 de agosto de 2018, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), publicó los resultados del ÍNDICE DE TENDENCIA LABORAL DE LA POBREZA AL SEGUNDO TRIMESTRE DE 2018, conocido como el ITLP. 

El ITLP permite relacionar el comportamiento del ingreso laboral de las personas frente a los cambios en el valor de la canasta alimentaria. Es decir, el indicador muestra el poder adquisitivo de este ingreso laboral. Si el ingreso laboral aumenta más que el valor de la canasta alimentaria, el poder adquisitivo del hogar mejora y el ITLP tiende a bajar. 

De forma inversa, si el precio de los alimentos de la canasta alimentaria aumenta más que el ingreso laboral, el poder adquisitivo disminuye, por lo que el ITLP sube.

El ingreso laboral per cápita real en Hidalgo ha disminuido. En el primer trimestre de 2018, es menor que en el primer trimestre de 2014 y que en el mismo periodo de 2007.  Es decir, desafortunadamente se ha convertido en una tendencia; contraria, incluso, a la nacional este último trimestre.

Después de explicar en términos académicos el tema, lo diré a mi modo: los hidalguenses cada vez alcanzan a comprar menos alimentos con el dinero que ganan al trabajar. “Menos lana, para completar el chivo”. Entonces el famoso índice sube.

Además de la tendencia negativa que presentamos en el ingreso laboral, somos tan ‘fregones’ que obtuvimos el primer lugar en el incremento de población con un ingreso laboral inferior al costo de la canasta alimentaria, entre el segundo trimestre de 2017 y el mismo periodo de este año.    

En otras palabras, somos el estado que más incrementó el número de personas que no pueden adquirir ni la canasta básica con sus ingresos laborales. ‘Más personas en Hidalgo que antes, no tienen si quiera la lana para completar el chivo de sus casas’.

Pueden sonar de risa, el tono y las palabras coloquiales que utilicé, pero se refieren a una problemática gigantesca. No se trata solo de la cantidad de dinero que reciben y lo que pueden comprar con ello, sino de muchos otros aspectos.

Pensemos en las consecuencias de desnutrición y por consiguiente de salud a las que impacta este hecho en las familias hidalguenses. Pensemos en temas de seguridad;  cualquier padre y madre con tres dedos de frente y un poco de amor paternal, al ver con hambre a su hijo o hija, es capaz de hacer cualquier cosa para satisfacerla.  

En temas de educación, es imposible el aprendizaje con alimentación deplorable. En fin, creo que hay muchos otros aspectos en los que impacta la situación de vulnerabilidad de las familias que refleja este poco afamado ‘Índice’ que hoy les presento y que está impecablemente calculado por el Coneval.

Lo anterior, desde mi punto de vista, es una de las consecuencias preocupantes de la actual administración. ¿Qué sigue?  En mi ciudadana forma de pensar, me pregunto si el actual gobierno, con un congreso a modo, con la mayoría de los diputados locales y un gobierno federal afín, no ha realizado, llámense obras, proyectos o acuerdos, para invertir la tendencia de que Hidalgo se mantenga como uno de los estados más débiles y pobres del centro del país, ¿Cómo será el futuro de mi Estado con un escenario adverso como el que se avecina? con un Congreso sin mayoría y con un gobierno federal no afín.

La situación es preocupante y el futuro poco prometedor. Deseo realmente que los actores de este estado, tanto los del Legislativo como los del Ejecutivo, prioricen y cimenten su actuar partiendo de evaluaciones e índices reales, como el mostrado, para dirigir el sentido de las decisiones que harán en los próximos tres años.

Si yo fuera diputado o funcionario estatal, plantearía mis metas en revertir las tendencias y cambiar las realidades de los hidalguenses con base en indicadores reales que les permitan medir el avance y bienestar de los ciudadanos antes de sopesar solo el poder político que la mayoría de las ocasiones los impulsa.

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