El libramiento de Silao que propuso el Grupo México al estado como una obra concesionada se otorgó sin un presupuesto detallado del costo de la obra.

El Jueves Santo se publica la adjudicación directa, sin licitación ni concurso. El argumento del gobernador, Miguel Márquez Márquez, era que al estado no le costaría la obra porque todo estaba sustentado en una inversión privada de 2,245 millones.

Lo absurdo de la cifra brincó de inmediato.

Lo comentamos con el Gobernador, quien, amable como siempre, nos dijo que tendríamos toda la información al respecto. Pensamos que la Secretaría de Obra Pública tendría todas las especificaciones, volúmenes de obra y precios unitarios del proyecto. Se nos prometió la información que el concesionario había presentado. Cuando nos entregaron una gorda carpeta, nos dimos cuenta que no tenía toda la información, era una análisis de aforos, especificaciones superficiales y mucho rollo. Las cifras sin desglosar.

El proyecto tendría dos precios, uno la obra y otro los trámites y la compra de tierras. Por más que quisimos cuadrar las cifras, simplemente son incongruentes. Se plantean 1,362 millones de obra y 880 de compra de tierras y gastos. No se especifica cuánto a cada cosa, simplemente se da la cifra de bulto.

Se puede argumentar que el Grupo México pagará la obra y el Gobierno no pondrá un peso. Pero eso es un error. Quien paga las obras públicas, ya sea en concesión o por construcción del Gobierno, es el usuario o el contribuyente.

Presuntamente Grupo México dice que va a poner 854 millones de capital y lo demás lo pedirá prestado. Una empresa tan importante con un título de concesión se apersona en cualquier banco y le entregan los 1,389 millones restantes con la garantía del peaje.

Los números son maravillosos porque muestran cuentas y cuentos. Seguro que el proyecto no vale siquiera los 1,389 millones del crédito y el presunto capital aportado es una utilidad anticipada. El negocio huele a saliva y cosas más desagradables.

Para que tenga una idea, el metro cuadrado de carretera de asfalto sale en 5,200 pesos. Una locura. Póngale puentes, póngales obras de arte, póngale lo que quiera y es una cifra de risa. Ni de mármol podría tener ese precio.

La tierra por comprar son poco más de 80 hectáreas. Si se toman 880 millones para comprarlas, nos daría que, cuando menos, pagarían el metro a mil pesos. Un timo. Cuando mucho vale una cuarta parte. Ni con seguros, proyectos, fianzas y otros gastos pueden llegar a esa cifra.

Las comparaciones no son odiosas, son hermosas en precios de la obra pública. ¿Como el nuevo eje metropolitano de 20 kilómetros costó 1,200 millones con dos cuerpos y buena parte de ellos de concreto hidráulico y en el libramiento de Silao se pagarían 2,200 millones por 14.8 kilómetros donde sólo 8.5 son de dos cuerpos y todo de asfalto.  Al poner un precio alto del proyecto y ser aprobado por el Gobierno con una linda concesión, tendrá un largo tiempo de beneficios. El primero es hacerlo sin dinero propio y luego bursatilizarlo al precio inflado. ¡Ring ring!, suena la caja, 900 millones a la bolsa.

El Gobierno pudo construir el libramiento, sobran bancos que le presten, la obra costaría la mitad y el beneficio sería para el Estado en la mitad del tiempo.

Y lo reiteramos, las obras públicas siempre las pagamos nosotros, ponga quien ponga la inversión.

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