Cuando hablamos de pérdidas, no solo me refiero a las que suceden con la muerte, sino, en muchas ocasiones, de un cambio de etapa que suele presentarse como una pérdida; es decir, el cambio de la preparatoria a la universidad, donde sentimos que perdemos al adolescente, para convertirnos en un adulto que adquiere más responsabilidades, incluso pasamos por un momento de pérdida cuando dejamos una relación amorosa, el acostumbrarnos a vivir sin la persona en cuestión: amada. 

También nos sucede cuando cambiamos de trabajo, pues nos resulta difícil la adaptación y extrañamos a nuestros compañeros y camaradas. Hay muchísimos ejemplos hasta llegar a la pérdida de un ser querido.

A parte de saber que tenemos una pérdida, es ahora cuando entramos al duelo y este conlleva algunas etapas, que no necesariamente tienen que llevar un orden. Estas etapas son: negación, enojo, tristeza, negociación y aceptación. Las describiré de manera breve:

Negación: es no aceptar que estás pasando por esta situación, no sientes que es real.

Enojo o ira: viene a ti un sentir de frustración, tratas de encontrar culpables, sientes rabia y la canalizas hacia todos los aspectos de tu vida.

Tristeza o depresión: llegan a ti sentimientos acerca de cómo vas a poder vivir sin esa persona; sueles crear realidades paralelas que, cuando caes en cuenta de la verdad, te sientes más vacío. Es normal sentir tristeza, dicen los especialista que la tristeza en un duelo se supera máximo en un año, y si no es así necesitarías ir con un médico del área de emociones, psicólogo, psiquiatra, entre otros.

Negociación: aquí tratamos de revertir las cosas, es un juego emocional, donde incluso, planeamos alguna salvación a dicha sensación de pérdida, tratamos justo de negociar que no pase la situación.

Repito que no llevan un orden pues se basan en nuestro nivel emocional, pues nadie está preparado ni para perder alguna situación cómoda y mucho menos a una persona, incluso cuando sabemos que esa persona está enferma y lo vivimos a diario, eso no dicta que lo vamos a saber aceptar, nadie en el fondo sabemos cómo vamos a reaccionar, pero en algunos casos, las personas resultamos más valientes de lo que pensamos.

Dicen que para las personas que tienen alguna creencia religiosa o espiritual es más fácil encontrar consuelo, reponerse emocionalmente ante esta situación.

Me gustaría también decirte, sin ser fría, sino totalmente razonable, lo único seguro que tenemos es la muerte, por eso ahora en vida trata de dar lo mejor de ti hacia tus seres queridos, hacia tu familia, hacia tus amigos, hacia tus colegas; sé amable con tu prójimo, trata de disfrutar cada momento, como algo especial. 
En verdad, deja el celular o tus distracciones, concéntrate en el momento que estás pasando. Aquí aplica que la calidad de tiempo es mejor que la cantidad de tiempo, valora a tus seres queridos vivos y tú también vive profundamente cada uno de ellos.

Creo que las cosas se hacen en vida, después de la muerte o de la pérdida ya no hay marcha atrás. Si pasas por esta situación, no seas tan duro contigo, no tienes que aparentar que estás bien cuando en el fondo estás destrozado; necesitas externar tus sentimientos, tus miedos, tus preocupaciones, porque estas, en el fondo, al no ser atendidas, crecen tan rápido dentro de ti que te carcomen. 

Platícalo con alguien que te pueda orientar, a veces no solo necesitamos escuchar, si aun así no logras exteriorizar es momento de pedir ayuda a un especialista, puede ser incluso a un representante de la religión que practiques o a especialistas que ya mencioné antes.

Recuerda que solo muere una persona si dejas de pensarla, si dejas de recordar lo mejor de ella. Concéntrate en todo lo lindo que pasaron juntos, revive momentos alegres, repítelos constantemente para que no le des espacio a estar continuamente recordando que ya no está, que ya no lo vas a ver, es mejor pensar en los hermosos momentos que pasaste con ellos.

Es importante saber que el tiempo no te hará dejar el dolor, pero te ayudará a vivir con esta situación. 

Quiero cerrar este tema pidiéndote que seas fuerte, que tengas fe, que valores más tu paso por este mundo, dedico esta columna a mi abuelo Jorge, que sigue viviendo cada vez que lo recuerdo, que a pesar de tantos años de su partida lo recuerdo perfectamente en lo mejor que pudo darme como ser humano y como abuelo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *