León, Guanajuato. María Estela Ituarte Oliva, mejor conocida en León como la señora Maris Carpizo, ha formado a decenas de generaciones en las aulas, donde además de compartir conocimientos de las ciencias exactas, regaló a sus estudiantes lecciones para la vida.
Este año cumple 87 años de vida y 63 de su llegada a León, lugar al que le agradece su recibimiento, cariño, el crecimiento de su familia y el desarrollo de su profesión como docente.
Nació en el Distrito Federal en 1934. Sus papás fueron compañeros de universidad en los años 20; él originario de Veracruz y ella de Xalapa.
Cuando yo nací, mis papás ya eran profesionistas y a mí nunca me dijeron no vas a estudiar porque te vas a casar, a mí me dijeron, lo que te dejemos en la cabeza es lo que vas a tener para vivir”, contó.
A los 18 años, entró a estudiar Químico Farmacobióloga en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), con el compromiso de que si se enamoraba no dejaría la carrera a medias y una vez que ya tuviera el título podría casarse sí así lo quería.
Así fue para ella y sus cinco hermanos, quienes también tuvieron la libertad de estudiar lo que quisieran. Recibió su título meses después del fallecimiento de su papá.
Yo sigo pensando que la mujer no es mujer por tener hijos o casarse, sino porque es una persona con todas las cualidades para desarrollarse en lo que quiera”, agregó.
La docencia estaba en su destino
Maris Carpizo empezó en la docencia invitada por sus maestros de la preparatoria, quienes habían sido los mismos de la universidad, para apoyarlos con algunas clases en secundaria.
Esa fue mi entrada a la docencia y me gustó dar clases de lo que yo sabía que es física, química y matemáticas que es mi área”, externó.
Cuando llegó a León tenía 25 años, aquí ya trabajaba su esposo, el arquitecto Fidencio Carpizo, uno de los fundadores del Colegio de Arquitectos, y quien siempre la apoyó en no dejar el título en el cajón y desarrollarse como profesionista.
En eso iniciaba el colegio Jassá y necesitaban maestra de química y también me hablaron las madres blancas en el Tepeyac y así seguí toda mi vida en la docencia”, recordó.
Sus hijos fueron alumnos del Instituto Lux, donde hizo relación cercana con los jesuitas y cuando el padre Jorge Vértiz Campero fundó la Ibero, la invitó a dar clases sobre la formación de la pareja.
Yo dije, cómo cree que los alumnos van a querer hablar de eso y me dijo tú eres la casada, tú has tu proceso e imparte lo que quieras dar, tienes que orientarlos de que la pareja es muy importante y es para toda la vida porque la mayoría de ellos van a formar nuevas familias”, compartió.
Entonces preparó un programa en dos partes: la primera, sobre el autoconocimiento, la historia de cada persona y lo que van a involucrar en una pareja; y la segunda, en las áreas que son importantes para una relación como la económica, intelectual, social y sexual.
Fue algo muy interesante porque se inscriben alumnos de todas las carreras, entonces eso me gustó mucho porque creí que no lo iba a aceptar y ellos mismos me decían después que ese curso debería ser obligatorio e incluso me empezaron a buscar por fuera para que les diera cursos prematrimoniales”, platicó.
Cuando comenzó con la enseñanza se encontró a una de sus alumnas que no podía obtener su certificado de secundaria porque había tenido materias con las que no podía y ella quería ser educadora, entonces entendió que no todos los estudiantes tienen la habilidad para las materias de las ciencias exactas y su labor fue hacerlas más fácil.
Cuando estaban en tercero de secundaria les preguntaba qué querían ser, sabiendo que había a quienes les iba a costar mucho trabajo la materia, a ellos los llamaba conmigo para explicarles más personalizado o les dejaba trabajos extra para que sacaran la materia y no fueran a limitarse a seguir una carrera”, platicó.
Dice que el número de alumnas y alumnos que ha tenido en 63 años no lo tiene con exactitud, pero que le da mucho gusto saber, sentirse querida y recordada por ellos.
Me he sentido muy bien en León, muy agradecida con toda la gente que me ha tratado, con mis alumnas que les dejé buen recuerdo”, agregó.
Y es que además de compartir sus conocimientos académicos, dedicaba una de sus clases después de los exámenes a platicar con sus alumnas, quienes en su etapa adolescente tenían muchas dudas que no preguntaban en casa, con temas que no necesariamente tenían que ver con las materias.
Me da risa porque muchas alumnas me dicen, mire de química no me acuerdo, pero de las platiquitas sobre lo que nos debíamos de fijar en la vida, de los valores y de que no pensáramos que ser mujer era ser mamá y casarse, las tengo muy presentes”, contó.
Hasta la fecha imparte clases de regularización en su casa y sigue inculcando que la educación de los hijos debe ser basada en las personas, no en los sexos, pues todos forman parte de un equipo que necesita lo mismo.
Además, aprovecha su tiempo para leer, escribir, ver a sus hijos y nietos, aunque por la pandemia, esto ha sido limitado, pero asegura que a sus 87 años siempre tiene los días ocupados.
Su familia
Con el arquitecto Fidencio Carpizo vivió 53 años de matrimonio y fruto de su amor nacieron sus ocho hijos, 19 nietos y 20 bisnietos.
La abuelita de Maris, era campechana y la de su esposo también, por lo que cuando les quitaron sus haciendas durante la Revolución Mexicana se fueron a Ciudad de México para comenzar una nueva vida.
Las familias campechanas se reunían allá y ahí lo conocí yo tenía 10 años y el 18, sabíamos que existíamos, pero hasta años después nos hicimos novios y ya casados él se vino a León en 1952 para trabajar en la primera constructora que estaba en la calle Madero y que era del ingeniero Alvarado”, recordó.
Su esposo abrió camino en la arquitectura y fundó el Colegio de Arquitectos, desde entonces esta ciudad se convirtió en su segundo hogar, donde formaron su familia que ahora también se encuentra por diferentes partes del país, pues como papás también les dieron la libertad de elegir la profesión que quisieran.
Mi marido falleció hace 10 años y duramos 53 de casados, tiempos muy bonitos, de mucha compañía, de apoyo mutuo en todo lo que hacíamos, de buena convivencia y como pareja fui muy feliz de compartir mi vida con él”, externó.
