León, Gto. Rúben Cabrera Villalobos será recordado por sus colaboradores y proveedores como un gran líder, por ser un gran apasionado de la industria del calzado y por ser el mejor padre y esposo para la familia Cabrera Gómez.
Su adoración era su esposa Gabriela Gómez Sánchez, quien desde que él comenzó a enfermar, y hasta sus últimos días de vida, se convirtió en su principal preocupación de tener que dejarla sola. Así como a sus grandes amores: sus hijos Gabriela, Daniela y Rúben, y sus 8 nietos.
“Que ironía, a mi papá no le gustaba salir en el periódico& siempre fue una persona que disfrutaba de dos cosas: estar con su esposa y familia y estar en la fábrica. Siempre tenía las puertas de la oficina abiertas para recibir a los empleados y no perdía momento alguno para charlar sobre el proceso del calzado y las diversas máquinas en la industria zapatera”, recordó Rúben Cabrera Gómez, quien seguirá plasmando a diario cada una de las enseñanzas de su padre.
“Más allá de sus logros profesionales, fue un gran ser humano, siempre atento a las necesidades, lo que más disfrutaba era estar con mi mamá, les gustaba ir a San Miguel de Allende. No era muy sociable, prefería estar en casa, en el jardín y cuando se trataba de trabajo siempre al pendiente de las necesidades de la empresa”, agregó.
Su relación con el sector zapatero comenzó por su paso en Emyco en donde estuvo durante no más de un año, gracias a la relación de amistad que tenía la familia de Rúben Cabrera Villalobos y la de Felipe Pablo Martínez.
Sin embargo, su principal aprendizaje fue como colaborador en la marca Destroyer, a donde entró gracias a Alfonso Sánchez, tío-abuelo de su hijo Rúben Cabrera Gómez.
“En Emyco estuvo más en la parte del transporte, entró al regresar a León, luego de estudiar en el Tec de Monterrey campus Monterrey, y ya en Destroyer, sí se metió de lleno en la fabricación. Más tarde empezó como gerente general en Apolo y Carabela que eran parte del grupo Destroyer, en la primera marca hacían zapato para hombre y en la segunda de niño”, recordó Cabrera Gómez.
Inicio e impulso de Vaqueras
La historia de Vaqueras comenzó con varios socios y acompañando al industrial Cabrera Villalobos, pero al final únicamente siguió él y Alfonso Sánchez.
En aquel tiempo, comenzó a gestarse la idea de apostar por el extranjero luego de su primera experiencia con una marca estadounidense, decisión por la que el fundador de Vaqueras fue criticado, convirtiéndose en la actualidad en el principal valor agregado de la empresa leonesa.
“En los ochentas estaba mucho la moda de la bota vaquera, por películas, por ejemplo John Travolta. Fue así que Justin; con quienes ya tenemos más de 40 años trabajando, nos hizo el primer pedido de botas para niño, oportunidad que le permitió darse cuenta del potencial que había en Estados Unidos y que difícilmente iba a poder dedicarse también al mercado nacional”, relató.
Aunque su calzado ha tenido presencia en países europeos y asiáticos, su principal mercado es el estadounidense a donde se envía el 98 por ciento de sus zapatos, botas y otros productos que se fabrican en la marca local.
“Tenemos una relación comercial de confianza, que no es maquila y tampoco licencia. Nosotros compramos los insumos, algunas marcas nos mandan sus propuestas, muchas de las ocasiones nosotros hacemos todo el diseño y la exigencia. El compromiso que existe con estas marcas que son rigurosas en cuanto a la calidad, la revisión de los procesos y el trato a la gente nos permitió que ya quedara permeado para siempre como un sello que nos caracteriza”, mencionó Cabrera Gómez.
Tony Lama, Dan Post, Tecovas, Thursday, Frye son parte de las marcas a las que fabrican desde su planta en León, en donde dan empleo a 800 personas.
Acerca de si le faltó algo por hacer su hijo dijo que no, “pues, nunca fue una persona ambiciosa, él decía que con lo que había hecho vivía bien, Gracias a Dios antes de morir fue preparando sus pendientes y todos los resolvió, se fue bastante tranquilo”.
