León, Guanajuato. Lo que los papás o educadores pueden definir como un niño inquieto, es en realidad su instrumento de aprendizaje natural para expresar sus deseos y necesidades, explica la psicóloga Carmen Núñez.
La terapeuta señala que lo primero que se debe comprender es que el movimiento es natural, es algo propio del ser vivo y hay que reconocerlo antes de poner la etiqueta “mi niño es muy inquieto”, ya que es una parte de su naturalidad y por lo tanto necesaria para relacionarse con el medio ambiente.

El menor necesita expresar varias necesidades o deseos, pero es un factor determinante porque no nada más el cuerpo, también hay movimiento interno. Cuando por ejemplo, estamos sujetos a una situación de tensión inmediatamente nuestro estómago reacciona y esto quiere decir que hay movimiento interno”, agregó.
El niño manifiesta tres cuestiones en el movimiento; la primera, consiste en sus ideas, pensamientos y todo lo que se le puede ocurrir, pues es su forma de dar vida a su parte psíquica; la segunda, se refiere a su relación con los demás, pues su energía en diferentes lugares o situaciones expresa su relación con el medio ambiente; y la tercera, tiene que ver con sus necesidades.
Cuando los papás o educadores no comprenden esta necesidad de movimiento recurren a amenazas como “te están viendo”, “va a venir la policía por ti”… y se escalan a comentarios que no son proporcionales al movimiento de los menores, sino a la frustración de sus los adultos.

La tarea de los papás es trabajar con su propia frustración y entender que el niño se tiene que mover porque antes del lenguaje llegó el movimiento. Podemos pensar que si no se le dan las circunstancias necesarias o la libertad de moverse vienen situaciones complejas que pegan en las interacciones de los niños y no van a ser favorables”, mencionó.
El primer factor se puede reflejar en enfermedades o alteraciones sensoriales; el segundo, en las dificultades que provienen del campo de objetos, es decir, de su medio educativo, de la falta de estimulación o la alimentación, así como cuestiones que están fuera de él; y el tercero, la dificultad del mundo de los demás, pues además de que tienen que lidiar con el propio, si viven en una familia con choque afectivo, ese mundo de los demás no le ayuda a su desarrollo.
El movimiento supera la cuantificable porque un niño puede pararse de su mesa 10 veces, pero el adulto o educador, tiene que observar por qué se está parando, qué significa para ese niño el espacio, la mesa, la comida o la compañía que se para esa cantidad de veces. Antes de atacar la conducta hay que proveer un ambiente de confianza y de seguridad para que pueda expresarse y si no ha configurado su lenguaje con mayor razón”, explicó.
La psicóloga espera que se pueda cambiar la frase inquietud motora por instrumento natural de aprendizaje y que a los niños se les pueda permitir y respetar esta naturalidad.
La función formativa
Los papás o educadores pueden ser facilitadores en ese aprendizaje o ser obstáculos, cuando se da la segunda situación el niño tiende a reaccionar con agresividad, por lo que la especialista recomienda tener una función formativa y explicar por qué en ese momento no se puede hacer cierta actividad, pues la contención de sus deseos o necesidades lo pueden desplazar a los videojuegos, la comida o su relación con los demás.
Hasta los siete años, la psicomotricidad tiene un papel primordial porque todas sus posibilidades de comunicación y conceptualización van a dar ahí. Hay autores como Rossel, Maslow, Frotstig, Wallon, entre otros que coinciden en que este desarrollo psicomotriz es el camino para prevenir problemas en esta etapa”, argumentó.
Ahora que los niños pasan mayor tiempo en casa, su movimiento se altera por la incertidumbre y para traducir su ansiedad y por consecuencia disminuir su movimiento, Carmen recomienda realizar rutinas visibles en casa a través de un tablero.
Es mejor no poner horarios, pero de esta manera saben cuáles son las actividades de su día. A los papás les asusta la palabra rutina porque piensan que tienen que hacer muchas cosas y no se trata de mantenerlos todo el día ocupados sino de cubrir sus actividades de la escuela, responsabilidades en casa y sus momentos de esparcimiento”, comentó
Cuando los menores ven tableros gráficos y ellos mismo ponen stickers o estrellas a sus actividades realizadas, ellos mismo hacen las cosas sin necesidad de que los papás tengan que recordárselos.
Puntos a considerar:
1. Hay que comprender que el movimiento es clave para el desarrollo psicológico.
2. El movimiento tiene sentido de adaptación y comunicación.
3. Cada etapa que pasamos corresponde a etapas afectivas también y todo eso se une en simbolismos.
4. La actividad del cuerpo del niño es la base de su comunicación.
5. Este diálogo corporal favorece sus vínculos con otras personas.
6. La actitud de los adultos es la primera palabra que damos y muchas veces se vuelve un obstáculo.
7. Quieres un niño maduro y con mayor aprendizaje, permite que se mueva porque se convierte en experiencias.
8. Si no quieres formar personas inadaptadas, los papás y educadores debemos aceptar que tenemos cosas que aprender.
9. El movimiento es la herramienta principal para construir su pensamiento.
10. Hay que favorecer ambientes de seguridad y confianza para que el niño pueda expresar su necesidad.
