La arquitectura es el arte que abraza todas las artes, pues la arquitectura es un sitio que se abastece de la gravedad, la luz natural, el entorno y los vientos como ingredientes necesarios; así lo definió Enrique Rico, arquitecto egresado de la Universidad de Guanajuato.
Es admirador de la arquitectura emocional, obtuvo una estancia académica en La Casa Museo Luis Barragán en la Ciudad de México en 2005-2006, en donde inició como conferencista y guía de personalidades distinguidas, convirtiéndose poco a poco en especialista de la obra de Luis Barragán, cuyos conceptos arquitectónicos marcaron sus intereses y creaciones futuras.

De regreso a Europa en el 2006 para integrarse al trabajo ya como profesional en “Mediterráneo Ingenieros“, en la Ciudad de Valencia, España, decidió emprender investigaciones sobre arte, viajando por Inglaterra, Alemania, Polonia, Austria, Italia, Francia, República Checa y Portugal.
Posteriormente realizó estudios formales de cultura y arquitectura afrancesada en la ciudad más francesa de América, Quebec, Canadá.
En el 2017, a los 36 años, fundó y actualmente dirige su propio despacho con inspiración en la arquitectura regional y vernácula y desde luego en el arte contemporáneo.

Desde entonces, retomó los viajes de investigación arquitectónica por Cuba, Costa Rica y México. Imparte actualmente conferencias en el país y el extranjero.
Define su estilo arquitectónico como minimalista emocional. En cada proyecto hay una búsqueda de confort para interactuar con los sentidos de cada usuario, realzando la luz natural, texturas, color y acústica de los espacios.
He obtenido algunos reconocimientos y publicaciones importantes dentro del medio, he conseguido llevar mi arquitectura a varios países a través de conferencias internacionales, y algo muy destacable fue la invitación a la Exposición Colectiva UNO x UNO en la FAC de La Habana, Cuba, en febrero de 2020″, expresó.

Sin embargo, el mayor logro ha sido conseguir una arquitectura sensorial para el usuario que habitará los espacios que realizo, esa libertad que se me ha permitido con la relación cliente-arquitecto para poder concederle a cada uno el sentimiento de algo”, añadió.
Enrique busca inspirar a jóvenes y nuevos arquitectos a descubrir su pasión, por lo que compartió los siguientes consejos: “Como arquitecto, no se debe tener miedo a ser quien es, a decidir a imponerse o imponer límites espaciales, a construir y definir para otros su manera de moverse, de habitar, de vivir, de hacer su trabajo. No miedo a ser radical”.

Otra recomendación que brindó, es que la universidad entrega herramientas para el trabajo, sin embargo, la carrera se aprende fuera de ella, en la práctica con la buena aplicación de los conocimientos acumulados.
Revaloremos la arquitectura, en estas épocas de difícil actuar, aprovechemos para redireccionar la meta de esta noble profesión, que como ciudad se creen espacios públicos de calidad. Sin embargo, siendo muy enfático en aspectos emocionales hacia el interior de los espacios, nos toca participar para crear una ciudad desde nuestras bases de morada, donde cliente y arquitecto insertamos en la Ciudad ese ladrillo para que una vez levantado el edificio, se apodere del espacio público en el que se está pensando y que no solo sea un punto de atracción visual, sino un lugar de ciudad en el que todos viven”, finalizó.

