El amor de su familia y su propia fuerza para salir adelante, motivaron a Víctor Zertuche a sobrevivir al Covid- 19, por lo que compartió su historia para crear conciencia ante la cruel pandemia que aqueja a todo el mundo.

Como muchas personas que se tomaron muy en serio la pandemia, mi historia es la de una persona que se cuidó mucho, que siguió todas las recomendaciones de sanidad y a pesar de todo, me contagié de Covid-19″, advirtió.

Víctor nació en la Ciudad de México, tiene 55 años y desde 1998 vive en León. Sufre diabetes, hipertensión, padecía de sobrepeso, pero a raíz del contagio, bajó 14 kilos. También tiene un padecimiento pulmonar, por haber fumado durante 25 años. 

Yo era el peor paciente para la tormenta perfecta que significa en mi vida el Covid-19″, apuntó.

Víctor Zertuche de 55 años de edad, estuvo intubado en terapia intensiva.

Ustedes pensarán que fue mi culpa contagiarme y no es así, todo fue producto de un accidente”, añadió.

El viernes 26 de junio, de camino a su oficina para recoger un equipo, un camión se estrelló contra su auto, y ahí empezó todo. 

Tuve contacto con el chofer del camión, con tres policías y con el ajustador del seguro. Mi neumólogo y yo creemos que uno de los policías me contagió, por su contacto con mucha gente y porque no usan cubrebocas”, dijo.

Al cuarto día, el 30 de junio, empezó a presentar síntomas. 

Víctor explicó que para él, el Covid- 19 se asemeja a un tsunami.

En mi tsunami personal, los síntomas empezaron con una fiebre moderada, un dolor de cabeza moderado, sin tos, con diarrea y con un dolor muscular y dificultad leve para poder respirar.  Me mantuve en casa, hasta que cinco días después los síntomas se empezaron a hacer más evidentes y preocupantes. 

Al sexto día acudí al hospital y en el área de urgencias mi médico me revisó, ordenó una tomografía y el examen PCR, que dos días después confirmó el diagnóstico de mi neumólogo: tienes neumonía y estás contagiado de Covid- 19″ compartió. 

Enseguida lo quisieron hospitalizar, pero sin habitaciones disponibles, regresó a su casa bajo estricto confinamiento. Tras dos días la fiebre alcanzó los 40.4 grados, por lo que decidió internarse. Tuvo suerte de encontrar lugar. 

Mi salud se agravó tanto, que el lunes 6 de julio, solo un día después de haberme internado, mi médico me informó que me iba a intubar y conectar a un ventilador mecánico. Esa noticia es una de las más devastadoras que me han dado en mi vida, sabía que iba a entrar a terapia intensiva, pero no había garantías de salir vivo de ahí”, recordó.

Como película de terror

Previo a la intubación, el médico que lo atendió le dijo que lo iba a anestesiar y que no recordaría nada.

Yo pensé que así sería, pero como en una película de terror, una vez que fui anestesiado, inicialmente caí en una inconsciencia inmediata, pero calculamos, el médico intensivista y yo, que recuperé la conciencia a los 5 minutos, la experiencia fue aterradora, totalmente inmóvil, con los ojos cerrados, sin poder hablar ni comunicarme de ninguna manera, pero consciente y sintiendo y oyendo todo lo que estaba pasando, lo que incluyó la colocación de varias sondas y el catéter. Calculamos que estuve consciente entre 5 y 8 minutos. Al final volví a perder la conciencia. Lo que pasó en los siguientes cuatro días mi mente no lo registró”, expresó.

En ese lapso de tiempo, su esposa y sus hijos, incluido su yerno, hicieron hasta lo imposible por conseguir un donador de plasma (persona recuperada de Covid-19). 

Esa fue una transfusión de vida, que junto con el conocimiento del doctor Edgar Zozoaga y su arsenal de medicinas, lograron sacarlo de su estado crítico.

Una vez que me fue retirado el ventilador mecánico, y al salir de mi inconsciencia, empezó la segunda parte de la mayor pesadilla que he vivido en mi vida. Me llené de sentimientos encontrados, por una parte la enorme alegría de estar vivo y una gran gratitud con Dios por haberme dado la oportunidad de volver a ver la luz del día. Pero por otro lado, en ese momento descubrí, con toda su brutalidad, lo que el Covid-19 provoca en un ser humano”, expresó Víctor.

Lo primero que advirtió fue la increíble dificultad para respirar, describió que fue como si un elefante se subiera con sus dos patas delanteras encima de su pecho, cada inhalación fue una lucha increíble. Lo segundo fue la debilidad extrema. 

Además, dijo que hablar, ver, escuchar y hasta pensar, se ven totalmente alterados. El gusto y el olfato se volvieron un suplicio, ya que durante varios días tuvo un sabor metálico dulzón que le resultaba insoportable.

Finalmente, Víctor dijo que le dolió todo el cuerpo, ya sea por los días que estuvo intubado boca abajo y que le provocaron laceraciones en el pecho y piernas o por la enorme cantidad de piquetes que soportó o los producidos por la propia enfermedad. 

A pesar de que siguió las medidas sanitarias pertinentes, el virus lo alcanzó.

Al paso de dos días mi recuperación, casi milagrosamente, empezó a ser muy buena y por fin el 10 de julio fui trasladado a una habitación. 

Al igual que un tsunami, la destrucción fue casi total, el Covid-19 ataca casi todas las células del cuerpo, pero al igual que el oleaje de un tsunami, las aguas finalmente se retiran, en mi caso, gracias a Dios, a mis médicos y a mi amada familia, mi recuperación fue muy rápida y afortunadamente puedo escribir estas líneas. 

Fui dado de alta del hospital el 15 de julio con la orden de mantener el confinamiento 10 días más y con oxígeno las 24 horas del día hasta nuevo aviso. No obstante, la cuenta del hospital fue de varios cientos de miles de pesos, afortunadamente contaba con seguro de gastos médicos mayores”, finalizó.

Si se puede quedar en su casa, no lo piense, lo que yo viví, se lo aseguro, usted no lo quiere vivir ni por un segundo.” -Víctor Zertuche

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