El público aplaudió y se puso de pie ante el joven percusionista leonés, Óscar Esqueda.

Había interpretado, en compañía de la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato el “Concierto de marimba y cuerdas”, de Emmanuel Séjourné. 

En el Teatro Principal de la capital, y bajo la batuta de Hans Leenders, el músico que comenzó su formación a los 8 años de edad, tocó la marimba con gran facilidad y destreza.

 La interpretación cautivó a los asistentes, quienes no esperaron a que concluyeran los dos tiempos en los que se divide la obra musical y en el momento en que concluyó la primera parte, se desbordaron en aplausos e incluso algunos, se pusieron de pie. 

Esqueda sonrió y los músicos de la orquesta también aplaudieron su logro en el primer concierto del año, en el que tuvieron el honor de ser dirigidos por Hans Leenders, conocido por sus interpretaciones dentro del repertorio clásico y romántico, así como de la música del siglo XX y XXI. 

El concierto se distinguió por su entorno latino y los acentos jazzísticos del percusionista, mientras que la orquesta asumió el papel de un acompañante con dedicadas texturas sonoras. La emoción se apoderó de Leender y Esqueda; ambos se abrazaron al ver la respuesta del público. 

El viernes no sólo fue una gran noche para Óscar Esqueda, también lo fue para el director huésped que debutó en nuestro país al lado de una de las agrupaciones mexicanas más importantes la cual posee más de 60 años de trayectoria.

Leenders llegó gracias a la invitación que le hizo el director titular, Roberto Beltrán Zavala. 

El primer concierto, de la primera temporada, inició con una obra compuesta por Peter-Jan Wagemans, escrita especialmente para el festival de música clásica de Klagenfurt, en Austria, titulada “Zamar´s Dream”. Una obra que renueva la tradición europea, en la que equilibra los aspectos emocionales, comunicativos y estructurales de la música. 

En la segunda parte del programa, la OSUG ejecutó “Heroica”, obra de Beethoven que se ha distinguido en el repertorio sinfónico debido a la novedad que representó para su época, ya que fue presentada por primera vez en público, el 7 de abril de 1805. 

La sinfonía se divide en cuatro tiempos. El primero es desafiante, en él la orquesta utiliza tres cornos. En el segundo movimiento, Beethoven sustituye el tradicional adagio por una marcha fúnebre. El tercer movimiento comienza con una agitada intervención de los violines que establecen la tonalidad principal y se destaca la intervención de los tres cornos. 

El cuarto movimiento es una construcción más compleja, la acumulación progresiva de tensión desemboca en un poderoso final. 

El público se levantó de su asientos, los músicos aplaudieron y dirigieron una reverencia a los asistentes al recinto, donde sólo retumbaba ya el sonido que surgía del fuerte golpe entre las dos palmas de sus manos.

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