En su tesis de los ochentas, José Luis Lara Valdés, actual titular de la Casa de la Cultura, propuso que debajo de Guanajuato había otra ciudad enterrada, su hipótesis se hizo realidad cuando en los noventas por circunstancias de la vida se descubrieron las ruinas del actual Museo Dieguino.
Lara Valdés nació en la ciudad de Guanajuato hace más de seis décadas entre un sector muy popular de mineros, entre los callejones de El Buen Viaje, El Ave María, La Cabecita, etc.
Estos fueron sus espacios de crecimiento, los cuales eran muy seguros, el único sitio considerado de peligro era la Plazuela del Baratillo, en ese tiempo la zona de tolerancia de la ciudad, ya que ahí estaban las cantinas de la ciudad.

.¿Cómo fue su niñez?
.De niño nuestras familias nos decían que no pasáramos por El baratillo pero como yo estudiaba en la Escuela Constancia tenía que pasar.
Y me llamó mucho la atención algo que toda mi vida me ha acompañado, que es la música mexicana, la música de mariachis en la Plaza del Baratillo, donde también se escuchaban las sinfonolas a todo volumen, con tanta canción ranchera que había en la década de los cincuentas.

.¿Por qué viaja a México?
.Por cuestiones de salud de mi cuerpo, me llevaron a la Ciudad de México, donde estuve internado en el Hospital Juárez, tengo unas intervenciones quirúrgicas en mi cuerpo, y me recuperé.
En la Ciudad de México crecí en un ambiente diferente, mi mamá nos llevaba a la XEW a los programas en vivo, los cuáles únicamente escuchábamos en la radio.
Era una época en que no teníamos televisión y no todas las casas tenían electricidad, por lo tanto oír radio era en casas donde nos permitían acercarnos.

.¿Qué recuerda de pequeño?
.Yo crecí con mi abuela, ahí no había electricidad, nos dormíamos temprano, ella nos entretenía contándonos leyendas de Guanajuato, fantasías, se sabía toda la Biblia, el Antiguo y el Nuevo Testamento.
Y se sabía, después lo comprobé, todos los cuentos de las Mil y una noche, la gente de antes así era, tenía una viva memoria oral para transmitirse conocimiento.
Mi abuela no sabía leer, ni escribir. Creo que mi tendencia al conocimiento histórico así tuvo su origen, en esas pláticas que escuchaba de sus amigas sentados en el empedrado, en el Callejón de la Taza, había muchos rincones amables donde la gente se podía sentar a platicar.

.¿Era una ciudad distinta?
.Sí, porque no había la explosión demográfica que ahora se vive, sin el hacinamiento, sin la invasión de los automóviles, sin la gran oferta de servicios turísticos, era una ciudad agradable, me di cuenta hasta que ya no vivía aquí, porque después me fui para hacer mis estudios en la Ciudad de México, cuando regresaba a visitar a mi familia recordaba que Guanajuato era y es una ciudad única.

.¿Por qué imaginó un
Guanajuato oculto?
.En un momento trabajé en el Instituto Nacional de Antropología e Historia, cuando un presidente municipal quería abrir una vialidad con un túnel al Jardín de la Unión, dio con los vestigios del claustro y de inmediato se avisó a la autoridad federal en la materia. Así venimos y pudimos entrar, tengo fotografías de ese momento.
Esto sucede cuando yo había intuido, elaborado hipótesis para mi tesis de Licenciatura en Historia, en 1983 sobre la Ciudad de Guanajuato en el siglo XVIII.
Siguiendo el plano de José Gabriel Rozuela Ledezma de 1750 y reuniendo en archivos escrituras de compra-venta o renta de propiedades, pude dar con un paisaje histórico que no estaba, porque ha sido enterrado.
Debajo del Jardín de la Unión están enterradas todas las fincas del siglo XVII y XVIII, a las vista están sólo las construidas en el siglo XIX.
Yo ya la había visualizado hipotéticamente, incluso las dibujé, cuando se encontró el Claustro de San Pedro de Alcántara después de 1990 debajo del Templo de San Diego, mi teoría se hizo realidad, sentí mucha emoción porque quedó comprobada mi hipótesis, los dibujos que hice en su momento coincidieron.

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