¿Pensaba que sólo su trabajo era difícil y mal pagado? Pues piénselo nuevamente, pues hay oficios como la fabricación de ladrillos que implican jornadas de sol a sol y muchas veces con poca retribución.
Es el caso de la familia de Alejandro Correa, que tiene más de 10 años en el oficio, y de decenas más que se dedican a la fabricación rudimentaria de ladrillos en la comunidad indígena El Llanito.
En cualquier tienda de materiales de la ciudad pueden comprarse ladrillos desde uno y hasta cuatro pesos por pieza; y aunque el cliente siempre busca un buen precio, pocas veces se detiene a considerar el verdadero costo de elaboración de cada pieza, que además de barro, lleva mucho trabajo, sudor e incluso un poco de la salud de quienes los elaboran.
Para Alejandro el día empieza a las 5 de la mañana, hora en que debe empezar a acarrear carretillas de barro para elaborar con los pies descalzos la mezcla con que su esposa forma los ladrillos, sólo con la ayuda de un molde.
Cocer una sola tanda de tabiques lleva entre 28 y 30 horas, es decir, un poco más de día y una noche enteros. Algunas veces los tabiqueros usan llantas viejas como combustible, lo que además de contaminar, merma su salud.
Como la de Alejandro, en El Llanito hay decenas de familias que se dedican a la elaboración de tabiques comerciales sin que hasta el momento estén en la mira de instituciones públicas que les ayuden a mejorar los procesos de producción.

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