En un concierto del grupo Matute en la Feria de León hubo un estrado especial para invitados VIP. Distinto de la galería para el público en general. Ahí bailan y festejan los cercanos al Patronato que gobierna la institución. Se dice que la directora, María Guadalupe Robles, celebra su cumpleaños. Nuestro reportero pregunta sobre los boletos para esta especial ubicación y no están a la venta. Son “cortesías”.
En algunas fotografías vemos al presidente de la Feria, Juan Carlos Muñoz, al diputado Aldo Márquez y a la directora en un alegre baile. Al parecer unos pocos invitados disfrutaron en pequeño comité de una fiesta privada con fondos públicos.
El síndico Arturo Sánchez Castellanos, quien es la voz más crítica del Ayuntamiento, censuró el festejo VIP. Con razón lo hizo. El uso de instalaciones y recursos públicos para festejos particulares de los directivos de una entidad municipal muestra un defecto en la concepción de lo que es un organismo “autónomo”. A quienes se les delega su administración, no deben considerarlo un coto privado. Ni Sapal, la Feria o cualquier otra dependencia descentralizada es ajena a la vida política del municipio. Ni en León o en cualquier otro.
Para la nueva administración hay una oportunidad que se repite después de cada elección: cambiar. Durante seis años, Héctor López Santillana no impulsó una lucha franca contra la impunidad de actos de corrupción del pasado y de su propia administración. La verdad nunca vimos un esfuerzo por darle lugar y poder a la contraloría municipal.
Un lector preguntaba si la directora de la Feria debería ser sancionada por el festejo privado con fondos públicos. En lo administrativo debería de intervenir el Ayuntamiento, en lo político hay un desdén absoluto por las formas. Si los empresarios quieren entrar al ruedo de la administración, deben tener un mínimo conocimiento y respeto por el oficio de la política.
Alejandra Gutiérrez, la candidata que ganó con una gran mayoría la elección, debe tener seguridad en el poder que le dio el ciudadano. Ninguna entidad privada, ya sea una cámara, un grupo de notables o allegados al gobierno estatal, pueden ni deben prevalecer sobre su representación. Hay que agradecer la colaboración de todos los consejos ciudadanos en las entidades autónomas, pero jamás ceder a presiones para nombrar a sus personeros.
Algunas de las instituciones tienen demasiado poder para favorecer a determinados grupos o individuos. Por ejemplo, Sapal maneja miles de millones en obra pública durante el trienio y administra el agua contratada con desarrolladores; el Implan traza el destino urbano y las zonas de crecimiento. Las decisiones que se toman en sus consejos pueden valer verdaderas fortunas para algunos sectores. Hay profesionistas y empresarios que de buen grado dan su tiempo para administrar esos organismos, pero también hay personeros que cobijan intereses económicos. Ahí es donde debe gobernar el Ayuntamiento para evitar que los organismos públicos se conviertan en oportunidades de negocios privados o chocantes fiestas particulares.
El primer ingrediente para evitarlo es la absoluta transparencia en el uso de los recursos de todos. Arturo Sánchez Castellanos pidió transparencia en la venta de terrenos municipales y en el pago de predial de grandes terratenientes. Ojalá todos los miembros del Ayuntamiento tuvieran ese espíritu de ser guardianes del interés de quienes los eligieron, comenzando por nuestra presidenta municipal. De ellos es el poder otorgado en las urnas, de nadie más.
