El aficionado del futbol mexicano ha sido testigo de historias que lo han emocionado al extremo, ya sea por una proeza dentro del campo o por situaciones oscuras que han manchado el balompié ante todo el mundo.
Uno de los sucesos más desgarradores que mancharon el futbol en México se dio en mayo de 1985, cuando lo que pudo ser sólo celebración, acabó en una tragedia aún difícil de dirigir.
La final más esperada
El torneo largo de la temporada 1984-85 estaba en su punto culminante, con una Final esperada por todo aficionado: Pumas Vs América, dos de los equipos más populares del país se medían en busca de un campeonato que cimbró por completo la rivalidad deportiva entre estas dos escuadras.
El llamado Clásico Capitalino reunió a dos equipos bastante enrachados en la Fase Final.
Por un lado, los auriazules dejaron en el camino al Puebla en Cuartos de Final, tras empatar en casa un marcador adverso de 2-0, yéndose hasta los penales donde se impusieron 7-6. Después, en Semifinales, eliminaron a León 4-2.
Mientras que los azulcremas golearon sin problema alguno a Chivas 3-0, encontrando en Semifinales a unos Rojinegros del Atlas que les complicaron la vida al definir el encuentro en instancia de penales, donde se impusieron 9-8.
Algarabía sin precedentes
En un abarrotado Estadio Azteca, azulcremas y auriazules empataron por la mínima en la Ida, dejando todo para la vuelta en Ciudad Universitaria.
La pasión antes de arrancar el partido no pasó desapercibida para los futbolistas protagonistas de La Final, pues como narra al podcast “Futbol a muerte”, Alberto García Aspe (entonces de 17 años), los hechos estaban fuera de control:
“Llegamos (los jugadores) al estadio y bueno, ya estaba a reventar. Ya desde esa hora veías a toda la gente peleándose por entrar al estadio. Bueno, veías hasta la reventa de boletos allí mucha gente queriendo comprarlos. Todo mundo quería estar adentro del estadio para ver el partido. Mucha gente que ni siquiera tenía boleto quería entrar al estadio”.
La tragedia en CU
La desesperación por presenciar una final de ese calibre comenzó a convertirse en una auténtica tragedia. Algunos aficionados empezaron a escalar por las paredes empinadas del estadio y otros más se aglomeraron en los túneles. El caos cimbró las afueras de CU y los portazos dieron inicio a la tragedia.
Años después del siniestro, el aficionado Juan Alarcón, que en aquel entonces tenía apenas 15 años, narró cómo vivió en carne propia la aglomeración en el Túnel 29 del Estadio Olímpico Universitario.
“Nos atoramos a cinco, seis metros antes de entrar al estadio. Sentías el empuje de toda la gente que ya estaba allí. El túnel ya estaba todo atiborrado de gente”.

Fueron varios los reporteros que se dieron cita a una de las Finales más esperadas y uno de ellos fue el periodista Francisco García Darvich, del periódico Unomásuno, quien se mantuvo afuera del estadio y fue testigo del inicio de la movilización policiaca.
“Llegó un momento en que los radios empezaron a escuchar los llamados de emergencia, el primer mensaje de que en el túnel 29 había un caos. Y de pronto entra una llamada diciendo que había un muerto y urgía que se trasladaran las fuerzas a ese punto”.
El retrato de la desgracia
El fotógrafo Gustavo Durán, del periódico Excélsior, presenció la catástrofe en pleno y observó la situación crítica de personas aglomeradas, sin poder respirar, sin poder moverse, en aquel Túnel 29.
“Del túnel 29 comienzan a salir gente pálida, gente sin color y mucha gente se vomitó encima, mucha gente con mucha, pero mucha mucha espuma en la boca. Se veían a los heridos sin color, transparentes, pálidos, blancos, vomitados”.
“Yo no sabía que estaba pasando. Yo pensé que había habido una fuga de gas. No sabía que estaban apachurrados, ni asfixiados. La gente murió allí por falta de oxígeno y porque los apachurró la masa”, recordó.
A Gustavo, los policías que empezaron a movilizarse alrededor del lugar, le prohibieron registrar los hechos en su lente fotográfico, por lo cual les entregó casi todos los rollos; sin embargo, se quedó con uno donde venía integrada la imágen más significativa de toda esta tragedia: la foto de un padre lleno de lágrimas, con su hijo sin vida en brazos.

Una catástrofe que se pudo evitar
En un recinto que sólo tiene capacidad para albergar a 63,000 personas, es bastante peligroso que rebase las 100,000 cómo sucedió aquella tarde del 26 de mayo de 1985, donde relata el fotógrafo Gustavo Durán que la corrupción en las entradas, fue el principal causante.
“La causante que yo ví fue la corrupción policiaca. Yo ví que entraban, se echaban su diezmo y allí comenzó la aglomeración. Vendieron sobrecupo”.

Este lamentable hecho que cobró la vida de, al menos, seis hombres que pretendían, simplemente, disfrutar de la algarabía futbolera:
- Juan Carlos Barranco y José Víctor Herrera de la Rosa (12 años)
- José Luis Sánchez (16 años)
- Gonzalo Rufino (16 años)
- Arturo Rojas Noguez (18 años)
- Gabriel Sánchez Hernández (21 años)
- Cirilo García (22 años)
- Alfonso Martínez Hilario (39 años)
“…el América les dió la espalda”
Gonzalo Rufino fue una de las tantas víctimas del Túnel 29 de Ciudad Universitaria.
Su hermano mayor, Raúl, relata cómo se quiso reparar un daño que no podía borrarse ni con todo el dinero del mundo.
“El patronato (de Pumas) nos ofreció la recaudación del tercer partido (de la final) y mi padre se rehusó, ya que decía que al aceptarla es como si estuviera vendiendo la vida de su hijo”.
Entre lágrimas, Raúl, recordó para el podcast narrado por Mairon Reimers, la irresponsabilidad del América sobre este caso y es que su hermano Gonzalo era fiel seguidor de los azulcremas, algo que claramente no les importó.
“América se rehusó a cooperar porque no era su estadio. Nada más que el América no se puso a pensar que también habían aficionados de ellos, como fue mi hermano que fue americanista. Y a esa gente el América les dio la espalda”.
La impunidad en la tragedia
A un año del Mundial de 1986, la Federación Mexicana de Fútbol, trató de borrar lo más pronto posible el recuerdo de este lamentable suceso.
Todo mundo, incluso Seguridad Privada, se deslindaron del caso y jamás hubo detenidos…y sigue sin haberlos 36 años después.
“Seguridad Privada diciendo que no era su competencia tal tarea, la Federación Mexicana pues con más razón deslindándose de esos temas que decían eran de las autoridades. Todo mundo se deslindó, se lavó las manos. Esto se quedó en nada”.
Aquel título de la temporada 1984-85 se lo quedaron las Águilas, aunque eso fue lo de menos, pues el torneo quedó manchado por la impunidad y falta de tacto de las autoridades que, 36 años después, siguen guardando silencio.
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