Los tres países con más muertos por la pandemia son Estados Unidos, Brasil y México. Los responsables de enfrentar el COVID fueron Donald Trump, Jair Bolsonaro y Andrés Manuel López Obrador. Los rasgos comunes de los tres líderes al inicio fueron la negación. Cada uno en su púlpito rociaba dogmas alejados a la ciencia.
Trump decía que era una gripe y no llegaría al verano porque el virus no aguantaba el calor. Jair Bolsonaro veía una inmunidad de rebaño como salida rápida al problema, sin imaginar el daño que causaría a su pueblo. López Obrador desestimó la amenaza, comía en fondas y sugería abrazos, que no había problema.
Jair Bolsonaro es el peor de los líderes. No ha querido vacunarse e incluso bromeaba que no quería convertirse en caimán. Desestimó cualquier encierro social para evitar contagios como lo hicieron la mayoría de los países del mundo, y aunque Brasil recibió y aplicó vacunas a su población, el presidente decía que todo le olía a temas de negocios, de mercado.
Los tres presidentes no usaron cubrebocas ni tapabocas. Los tres hablaban, hablaban y hablaban sin conocimiento científico, sin pudor y negando la realidad. Según la cuenta que lleva el The New York Times, Brasil es el más dañado. Veamos:

Aunque los muertos reales por el COVID pueden ser el doble, las cifras son escalofriantes. El Dr. Hugo López-Gatell estimaba al inicio 6 mil muertes y califica de catastrófica una cifra de 60 mil. Al final la cuenta oficial superará las 300 mil defunciones pero la cifra de exceso de mortalidad podría llegar a 600 mil.
Trump y Bolsonaro esparcieron su ignorancia a gritos; López Obrador con un piadoso detente o fetiche religioso. El enojo en Brasil es tan grande que hay iniciativas para llevar a Bolsonaro a la cárcel por homicidio. A Trump le tocó salir de la presidencia justo cuando la tercera ola llegaba a su pico el 20 de enero pasado. Joe Biden tuvo la fortuna de iniciar la vacunación masiva. Su país supera el 57% en la doble vacunación y 66% quienes tienen al menos una vacuna. Incluída toda la población. En Brasil el 50% con doble vacuna y 74% con al menos una dosis. Lo bueno de los brasileños es que no le hicieron caso a su líder ignorante. En Estados Unidos hay grupos sureños que sufrieron y sufren las consecuencias de creer tonterías de los “anti vaxxers”. Muchos murieron en el respirador suplicando a sus familiares y amigos que se incubaron.
En México comenzó bien la campaña pero se frenó. Más bien va a tiros y tirones, sin un plan racional o bien diseñado. De repente faltan vacunas y luego llegan en masa, como sucede en estos días. Lo bueno es que debemos tener algún grado de inmunidad porque las infecciones no varían mucho ni las muertes. Surgió una variante Delta “plus” que supuestamente es más contagiosa y letal. Esperemos que no llegue pronto al país para ganar tiempo.
Lo cierto es que ningún país está pensando en nuevos encierros, en cuarentenas forzosas y otras medidas extremas. Europa y Estados Unidos abren sus fronteras y exigen que para abordar avión o ingresar a restaurantes, teatros y museos se tenga prueba de vacunación.
A partir de noviembre, la conversación mundial cambiará. La cumbre sobre el medio ambiente en Escocia nos llevará al futuro por transformar. Se hablará de metas, tecnología y compromisos internacionales, como en el pasado acuerdo de París.
Mientras eso sucede en México nuestros legisladores discutirán la contrarreforma eléctrica. Exactamente todo lo contrario a lo que el país necesita. En fin.
