En este sexenio, dos más dos pueden ser cuatro… o no. Todo depende de las cuentas que haga el Presidente. Según dice, en su gobierno el precio de la gasolina no se ha incrementado “en términos reales”. Los aumentos, insiste, han ido de la mano de la inflación.
El detalle está en que la inflación ¡sí ha subido!, tanto que ya prendió las alarmas del Banco de México. El pronóstico general se ha venido ajustando en el año y para diciembre la inflación estará en un incómodo siete por ciento.
Según AMLO, cuando asumió el cargo el litro de gasolina estaba en 20 pesos. Y ahora, está más o menos al mismo precio. Sí es cierto, pero no es cierto: en 2018 ese era el costo promedio de la Premium, pero hoy es el de la Regular. No hay que confundir la magnesia de la realidad económica con la gimnasia de los subsidios populistas.
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Cuentan que Rafael Guerra Álvarez ya tiene más que amarrada su reelección al frente del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México… y no sólo por el lado del Poder Judicial. Según esto, el magistrado presidente recibió el visto bueno del Antiguo Palacio del Ayuntamiento y de buena parte de Donceles.
Por el lado jurídico existe la duda de si se le aplicará la nueva ley orgánica que impide la reelección, modificación que se hizo tras el embrollo que provocó Édgar Elías Azar. Sin embargo, el artículo 38 señala que esa restricción sólo procede para los presidentes que fueron electos bajo esa norma, cosa que no sucedió con Guerra Álvarez.
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Que le den palo a Hugo López-Gatell en el Poder Judicial se ha convertido en una tradición dentro de la 4T. Esta vez la Suprema Corte declaró inconstitucional la prohibición de cigarros electrónicos, calentadores de tabaco y vapeadores. Citando al clásico, los ministros le dijeron al subsecretario: ¡prohibido prohibir!
La resolución obligará, finalmente, a que el Legislativo se ponga a trabajar para regular este mercado. Al haber estado en el limbo jurídico, aumentó el comercio ilegal de estos productos y, por ende, sin la debida supervisión sanitaria. Así que si le ven los ojos llorosos a López-Gatell es porque, como dice la Sonora Santanera: “No estoy triste; no es mi llanto, es el humo del cigarrillo que me hace llorar”.
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Como si su labor fuera decirles a los empresarios cómo manejar sus negocios, Andrés Manuel López Obrador salió ahora con que las empresas no deben donar dinero a obras filantrópicas, que porque ésa no es su función.
La realidad es que el problema es otro: si las fundaciones de alto rating (el que entendió, entendió) abusaron de ese esquema para evadir impuestos, tendría que investigarse y sancionarse. Porque eso de pretender acabar de un plumazo con todas las iniciativas filantrópicas, como que no es muy humanista.
