En este espacio he propuesto reflexionar y actuar sobre problemáticas que podemos contribuir a mitigar. Una de ellas es sobre la niñez, pues las niñas, niños y adolescentes (NNA) en México, son la población más vulnerable al igual que los adultos mayores. El tamaño de la orfandad en México es cada vez mayor; los datos son más que alarmantes. De acuerdo a los datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), se estima, que existen en México cerca de 2 millones de NNA en orfandad (más del 5% del total de la población infantil). Somos el País del mundo con mayor número de NNA que han perdido a alguno de sus progenitores por la pandemia COVID-19, con una cifra cercana a los 135 mil huérfanos, que equivalen al 16.65% del total de los contabilizados en el mundo.

¿Por qué sigue creciendo esta cifra? Las causas: muerte de sus padres y abuelos; pandemia COVID-19; el desamparo por asesinatos de los padres que hace el crimen organizado; migración forzada; trayectos peligrosos hacia el norte; abandono de parte de la red familiar; venta de menores; maltrato familiar; abuso sexual o el mismo maltrato dentro de los orfanatos, entre otros.

De acuerdo a una investigación en 21 países y publicada por la revista médica británica The Lancet, México es el País donde más NNA han perdido a sus padres o a sus cuidadores principales, pues la pandemia del COVID-19 ha dejado en México a 131,325 niñas, niños y adolescentes en situación de orfandad definida por la UNICEF, como la muerte de uno o ambos padres, que se suma a la enorme estadística de huérfanos que tiene el País.

Pero no todos los huérfanos están en condiciones de ser adoptados, pero sí, protegidos. El resultado que es para nada favorecedor en el aspecto de la orfandad pues la población de NNA (más de 30,000) no son adoptados y se mantienen “institucionalizados” en un ambiente externo al familiar.  Uno de los problemas sociales más preocupantes de México es el índice tan bajo respecto a la adopción, pues los mexicanos cada vez tenemos más dificultades al querer adoptar un niño debido a los procesos tan largos y mal administrados. Otro factor detonante del problema es la escasa cultura y prejuicios que existen en el País sobre este proceso. Es fácil comprobar que los padres que quieren tener hijos adoptivos descartan la posibilidad de adoptar por el calvario que deben pasar, cuando en otros países sucede lo contrario. En México los trámites tardan entre 5 y 6 años cuando en América Latina es de 6 a 10 meses.

La consecuencia de que las personas no adopten niños, es que se retarda el desarrollo integral de los NNA pues los orfanatos (Centros de Asistencia Social) nunca suplirán a las familias que adoptan y esto se ha comprobado que retarda 3 veces más el tiempo de desarrollo. El resultado es para nada favorecedor, pues la población de NNA que no son adoptados y se mantienen “institucionalizados” sigue creciendo y su edad también, pues a los mayores de 10 años pocos quieren ya adoptar. El censo 2010 del Inegi registró que en México hay más de 30 mil NNA que están “institucionalizados” en las casi 800 casas hogar existentes en la República. De ellos, la mitad se encuentran en situación de desamparo, que, -si se resolviera rápido su situación jurídica-, podría ser adoptado por alguna familia y con ello “desinstitucionalizarlos” y cambiarles la vida. El 60 por ciento de ellos tiene entre 10 y 18 años, edad en la que nadie los aceptará sumado a la realidad de que algunos padecen alguna discapacidad, ya sea psicológica o física.

La Red por los Derechos de la Infancia en México tiene datos de que la falta de información oficial confiable respecto a cuántos menores se encuentran en estos centros de asistencia social (quiénes son, dónde y cómo están), “aumenta más el riesgo de maltrato e impunidad en contra de estos menores”. Y mientras, éstos NNA crecen en edad hasta acercarse a la dramática edad de 18 años en que nuestro sistema los expulsa a la calle reflejando nuestra incapacidad como sociedad, de no haber hecho “algo” por reintegrarles y cambiarles la vida.

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