La senadora del PAN Lilly Téllez lo hizo de nuevo: pronunció un discurso memorable  frente a la secretaria de Seguridad Pública, Rosa Icela Rodríguez y los representantes del Ejército Mexicano. Dijo lo que millones sienten por la alta criminalidad y la falta de seguridad. 

 

Este sexenio sumamos el doble de homicidios que en el de Enrique Peña Nieto y el triple que con Felipe Calderón. Hay 10 feminicidios diarios. Activistas, periodistas y políticos fallecen sin que el Estado tenga una estrategia clara para evitarlo. “Abrazos y no balazos” no es la solución. Lo sabemos todos. El valor de la senadora de hablar sin tapujos y con una enorme pasión crítica hacia el Poder Ejecutivo, ayuda a pensar que en el Senado la oposición no está muerta. 

 

En un chat leí varios comentarios donde la apoyan para que sea candidata presidencial. El video de su discurso no tardó en fluir por las redes. Hace pocos meses tuvo una participación memorable contra el subsecretario de Salud, Hugo López Gatell. Lo puso en su lugar ante la ineptitud para controlar la pandemia. Ningún legislador de oposición preparó o dio una respuesta con la pasión de Lilly. Por su experiencia como presentadora de noticias, tiene fuerza y cadencia para comunicar ideas claras y simples. 

 

Ningún otro aspirante, ni Ricardo Anaya, Marcelo Ebrard o Claudia Sheinbaum cuentan con la mitad de la pasión que expresa Lilly. Además, sus discursos están bien escritos y articulados. En un debate sería una contendiente formidable. Con el texto preparado anticipadamente, pocos le podrían competir. En lo espontáneo no sabemos de qué tamaño sea su preparación, claridad y contundencia, pero sospechamos que su valor radica en no tener miedo. Vivió años frente a las cámaras y eso da tablas. 

 

Lily llegó por Morena, apoyada por López Obrador, pero al tiempo rompió con su partido y se mudó al PAN, donde cobró relevancia. Sus ex compañeros, como Malú Michel la consideran traidora y eso le gritaron desde la tribuna. 

 

Desde lejos y de cerca se nota que no habla sólo para los presentes en la comparecencia, sino para la Nación. La incomodidad de la secretaria Rodríguez no pudo ocultarse. Tampoco la desesperación de la presidenta del Senado, Olga Sánchez Cordero, quien en varias ocasiones le pidió concluir su mensaje sin resultado. 

 

Cierto que en política es necesario tener ideas, proyectos y convicción, pero la pasión es el ingrediente incendiario, es lo que prende la mecha de los ciudadanos. 

Lilly habló por millones y nos hizo recordar que en un país de instituciones y separación de poderes, los legisladores pueden y deben expresarse sin tapujos. Seguro que a los representantes de las fuerzas armadas no les gustó que les dijeran “faltos de carácter”. Tampoco les debió agradar que dudaran de su “lealtad” a la nación. Incomodarlos fue la intención.

 

La senadora tendrá que definir si tiene ganas o no de participar en la elección del 2024. Si no cree que le alcance la popularidad, podría manifestarse en favor de algún candidato de lo que seguro será la coalición opositora. El panorama de la sucesión se enriquece con mayor número de participantes. Morena cuenta cuando mucho con tres candidatos viables: Ebrard, Sheinbaum y Monreal. En la oposición podrían ser el doble o el triple, y como la carrera ya comenzó, pronto tendrán su carril. 

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