Si alguien sabe bien que la política es una montaña rusa es el presidente López Obrador después de estar en campaña más de tres elecciones y haber perdido dos. Ahora lo entienden mejor Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto. Durante seis años fueron los amos del poder.

Ricardo Anaya está en el sumidero y AMLO en la cima. Imposible saber en dónde estará cada uno en pocos años. 

Lo que sí sabemos es cómo los presidentes  de México se intoxican de poder. Más cuando lo ejercieron a plenitud como Carlos Salinas, el último representante de la “presidencia imperial”. Ayer en la mañanera, AMLO enfocó todas las baterías al exiliado precandidato de oposición Ricardo Anaya. En su discurso no queda duda del desprecio que le tiene, incluso en la crítica a su aspecto físico. 

Vicente Fox manda un tuit diciendo que la persecución a Anaya, “Es la acción más descarada, traidora y vil contra nuestra democracia y derechos. Es contra todos los mexicanos”. Felipe Calderón, también en un tuit, advierte: “Lo que queda claro es que en México se libera y elogia a los delincuentes y se persigue a los opositores”.  Los expresidentes defienden a Anaya, lo mismo hace toda la oposición. 

Según expertos penalistas el citatorio para Anaya era una trampa. “¿Cómo se va a presentar a declarar ante el Juez de Control en el Reclusorio si no lo citaron en la Fiscalía para declarar y aclarar antes de judicializar? Ya sabe cómo le hicieron a Rosario Robles y al senador Lavalle para imponerles prisión preventiva oficiosa. Los jueces son de consigna. Sería muy tonto si se presentara ingenuamente como le recomienda AMLO. Tiene que defenderse libre, a distancia y con amparos”. Ningún abogado penalista recomendaría presentarse porque todo estaba armado para encerrarlo.  

Sí Anaya resuelve el problema legal desde el exilio, podría convertirse en el candidato más popular para ganar la elección del 2024 por parte del bloque opositor. La paradoja es que AMLO lo habría ubicado en ese lugar por su persecusión. Como la “vida es así”, el tiempo está del lado del perseguido. Ricardo Anaya tiene 42 años, y como decimos, la vida por delante. Si juega bien sus cartas y logra unir a los adversarios de Morena, en julio del 2024 la montaña rusa de la política lo haría presidente de México. Como dije, nadie sabe pero todo es posible. 

Antes de la persecución, Anaya tenía en su contra al antiguo PAN representado por Felipe Calderón y Margarita Zavala. Tenía en contra a muchos detractores que dejó en el camino cuando le ganó la partida a Zavala. Incluso el PRI, debilitado e incapaz de ganar por sí mismo en 2024 podría sumarse, no se diga el PRD. Algo impensable hace unos meses. Lo mejor para tomarle la temperatura a la opinión pública sería encuestar. Pronto veremos sondeos, estudios de opinión y el inicio de la guerra por el 2024. Estaremos al pendiente.

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