En la “República amorosa” cerraron las estancias infantiles, clausuraron los refugios para mujeres golpeadas, asesinan a 12 mujeres al día, se contabilizan 600,000 muertos por Covid, faltan medicamentos en las farmacias, los niños mueren de cáncer a falta de quimioterapias, se cancela la reforma educativa y se compromete el futuro de millones de menores de edad, se enferman miles de mexicanos al usar combustóleo para generar electricidad, en lugar de recurrir a la energía eólica o la solar, más barata y más limpia.
En la República amorosa gobernada por un solo hombre, se registraron 85,000 homicidios dolosos en los primeros 2 años de la 4T, cuando AMLO prometió el 1 de diciembre de 2018: “México tendrá paz desde el primer día de mi gobierno.” En dicha República, además se persigue con la UIF y con el SAT a quien desafía los deseos del Jefe de la Nación y llama paradójicamente traidores a la patria a quienes colaboran con él en la erradicación de la corrupción. La justicia selectiva a su máxima expresión.
“Hay que procurar, sostiene AMLO en su libro “Hacia una economía moral”, que a nadie le falte lo indispensable para la sobrevivencia, cultivar los mejores sentimientos y actitudes con nuestros semejantes.” En ese sentido, la realidad lo contradice porque durante 2 agónicos años de su gobierno, 13 millones de mexicanos han caído en la pobreza, ha despertado los peores sentimientos de la nación y ha dividido como nunca nadie al país.
Su austeridad republicana ha provocado el desabasto de medicamentos y equipos, cancelado auxilios financieros a la pequeña y mediana empresa, desatado el desempleo, deprimido la capacidad de consumo del 40% de la población imposibilitada de adquirir la canasta básica, despilfarrado el ahorro nacional en empresas paraestatales, en obras faraónicas que nacerán quebradas y en la compra de voluntades electorales. Su llamada “democracia participativa” fundada en la consulta popular, no ha sido más que un conjunto de violaciones a la Constitución. Las dichas consultas espurias, como la cancelación del aeropuerto, no solo fueron ilegales, sino que dañaron a la economía nacional y devastaron la marca México en el mundo.
¿Cuál derecho a la libertad de expresión cuando AMLO restringe el acceso a sus Mañaneras, ejerce un cuasi monopolio mediático y veta a comentaristas y periodistas? Se dice promotor del desarrollo al apoyar, según él, a la economía popular, al fortalecer el mercado interno, impulsar proyectos para el desarrollo regional, fomentar la participación de la iniciativa privada e intensificar el comercio exterior y estimular la captación de inversión extranjera, sin embargo, para cualquier analista medianamente informado ha destruido la economía popular con un decremento del PIB de menos 8.5%, ha dañado severamente el mercado interno al provocar la clausura de más de un millón de empresas con la consecuente tasa de desempleo, ha deprimido la inversión extranjera y endeudado severamente al país.
En otro orden de ideas, ya se elevan a 35 familiares de candidatos asesinados, 85 políticos muertos, de ellos 10 candidatos en campaña a puestos de elección popular, además de 665 agresiones contra políticos y 50 renuncias también de candidatos por presiones del crimen, sin olvidar las decisiones de los partidos a no postular aspirantes en algunos municipios ni las amenazas para suspender actos públicos, ataques a vehículos o casas de campaña ni la prohibición de distribuir propaganda de aspirantes a alcaldías o diputaciones, en al menos 200 municipios del país.
En la República amorosa estallará la guerra sucia y empezará la judicialización del proceso electoral tan pronto el INE declare vencedores a los opositores de AMLO, quien paralizará sin piedad al país, como paralizó a Tabasco al perder contra Roberto Madrazo y lo volvió a paralizar cuando perdió contra Calderón y ahora lo volverá a paralizar si pierde el control de la Cámara de Diputados y el de los congresos estatales.
El 6 de junio los mexicanos debemos enterrar en las urnas a la “República amorosa” y arrojar al bote de la basura el populismo decidido a erradicar el bienestar del la nación.
