El tema candente en los debates de candidatos es la seguridad. Hay otros importantes como el empleo, el ingreso y los servicios; marginación y pobreza, pero ninguno enciende tanto los ánimos como el deterioro de la paz social. Alejandra Gutiérrez quien es la probable ganadora de la elección, muestra enjundia y firmeza aunque sólo dice qué y no cómo. 

Las críticas de la oposición sobre el “fiscal carnal” fueron recurrentes. Los candidatos saben que es el lado vulnerable de Alejandra por la creciente violencia criminal en la ciudad y en el estado. En un debate las respuestas deben ser claras y contundentes. 

Alejandra conoce bien los números del municipio. Fue tesorera en el trienio de Ricardo Sheffield, su principal contrincante. Cuando hicieron preguntas al azar no tuvo problema en decir que el presupuesto de la ciudad para este año sería de 5 mil 700 millones, con sus variaciones. De hecho los presupuestos siempre se amplían al paso de los meses. 

Los municipios tienen recursos muy limitados sobre todo porque dependen del estado y la federación. Los ingresos propios son el predial, los derechos, algo de multas y pago de servicios. Así que todas las promesas de multiplicar el número de policías, dar créditos blandos a las pequeñas empresas, cubrir todas las necesidades de agua potable y disminuir la pobreza, rebasan las posibilidades del presupuesto. 

Para cambiar el rumbo de León (y de cualquier ciudad) se necesita una visión de futuro. Un plan estratégico a 20 años donde no se tenga miedo al crecimiento sino que se promueva, planee y gobierne. No tenemos que imaginar mucho cómo podría ser León. Basta viajar dos horas a la zona metropolitana de Querétaro para darnos cuenta de que en ese municipio hubo un plan de desarrollo de largo alcance.

Nuestro vecino rebasa a León en seguridad, empleo, desarrollo urbano, industrialización y servicios. También en ingreso por habitante. Los queretanos no son de otro mundo. Supieron aprovechar su ubicación cercana a la capital, construyeron un gran aeropuerto y llevaron manufacturas de alto rendimiento e industria aeroespacial de punta. Los salarios son superiores a los de León y con menor informalidad. 

No todo es perfecto. En Querétaro hay más corrupción que en Guanajuato, tal vez por la propia pujanza y la poca competencia política. El PAN gobierna y gobernará los próximos seis años. Aún así, podríamos copiar lo bueno, que se resume en tener una visión clara de lo que se quiere lograr. Paradojas de la vida, hubo un tiempo en que Querétaro tenía menos fuerza comercial que Celaya. Hoy son dos urbes distintas. Una crece y prospera en paz, la otra está hundida en la criminalidad y es considerada una de las ciudades más violentas del mundo. Valdría la pena investigar por qué una salió adelante y otra cayó en desgracia. Para León es una advertencia.

En el debate todos los candidatos aportaron ideas, buenas intenciones y promesas, muchas promesas. Pero en realidad ninguno tiene una idea clara de lo que es el municipio y sus potencialidades, sobre todo de una ciudad promotora del desarrollo fortaleciendo sus virtudes. León tiene 122 mil hectáreas y un plan que limita el desarrollo urbano y comprime la ciudad desde un instituto de planeación que ha sido un lastre. (Otro tema a tratar) 

El problema de siempre: el cómo está en la ejecución, no en las ideas. Con todos sus defectos de carácter, Ricardo Sheffield es quien más preparado está para gobernar. Su problema es que tendrá que regresar a la PROFECO y difícilmente logrará superar la animadversión de los guanajuatenses hacia su nuevo partido para volver dentro de tres años como candidato a gobernador. (Continuará)

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