Comienza la aparición de vacunas del mercado negro o “falsas” en Campeche. Primero fue un avión que las transportaba de México a Honduras, luego el hallazgo de miles de pomos con etiquetas en ruso que presuntamente las identificaban como Sputnik 5. 

Según la Fiscalía General de la República, un industrial de origen pakistaní tenía la dotación para aplicarla a sus trabajadores en fábricas textiles, tanto en México como en Honduras. También las proporcionaba a amigos y gente de influencia con quienes seguro quería ganar simpatías. 

Lo extraño del caso es que aún se desconoce si son agua con algún menjurje o vacunas reales traídas del mercado negro de Rusia. Porque no tiene lógica que el empresario quisiera engañar a tanta gente sin sentido. Lo más racional es que haya contactado con algún comerciante del mercado negro las dosis necesarias para inocular a su gente y poder seguir trabajando sin problema. ¿Qué empresa no estaría dispuesta a comprar las vacunas necesarias para proteger a todo su personal? Engañarlos, ¿para qué?

Luego sucede algo inusitado: la tripulación del avión que llevaba las vacunas a Honduras “escapó” del hotel donde estaban alojados. La historia parece una de tráfico de medicamentos vendidos a muy buen precio que la de un empresario que quiere engañar a todo mundo con vacunas que no lo son. Esperemos que el Gobierno aclare las cosas y diga la verdad. 

Mientras eso sucede en Campeche, a Guanajuato llega sin pasaporte una nueva cepa del COVID-19. Según informa el secretario de Salud, Daniel Díaz, la especie proviene de Inglaterra. Fue una de las primeras mutaciones detectadas y se dice que tiene doble potencia de infección y doble tasa de mortalidad cuando infecta. La terquedad del virus se manifiesta en Europa y en algunas ciudades de Estados Unidos, donde no cede la tasa de infección. 

Siempre será mejor prepararse para lo peor en casos de epidemia pero no entra todavía a nuestro medio el espanto necesario para guardar distancia y cubrirnos la boca siempre. Al transitar las calles de nuestras ciudades pareciera que no pasa nada, que la normalidad vuelve como bálsamo que resucita con la primavera. Cuidado porque viene Semana Santa y Pascua. El ansia de libertad y el deseo de respirar todo el oxígeno que nos da el cambio de estación puede ser una trampa más, un escondite para la “tercera ola” en el país. 

Ayer subió de nuevo la cuenta de defunciones en Guanajuato a 45. Estamos cansados y queremos que esta pesadilla termine. Las vacunas no llegan y ciudades como León e Irapuato, las más grandes del estado, siguen discriminadas. Mientras la CDMX no para de vacunar y todos sus doctores ya tienen puestas las dos dosis. 

La ansiada inmunidad de rebaño podría llegar hasta el otoño o inicios del 2022 cuando más del 70 por ciento de la población esté inoculada. Mientras tanto veremos morir a miles de mexicanos que pudieron ser salvados. No sabemos si la austeridad impuesta impidió comprar a tiempo o si simplemente la burocracia federal no tuvo la previsión necesaria para hacer compras anticipadas. 

Lo único que podemos hacer por lo pronto es mantener la alerta, cuidar a los nuestros y pedir al cielo que el virus no siga mutando y degrade, como en otras pandemias, su potencia de infección. 

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