Pasó lo que temíamos muchos: ante la escasez de vacunas en el mercado mundial y la nula capacidad tecnológica de generar patentes o de maquilarlas, México tuvo que arrodillarse en ese tianguis que arman las grandes farmacéuticas globales. 

Ya con adelantos, ya con préstamos, ya con crédito o ya con efectivo, pero tuvimos que acordar con intermediarios que son los gobiernos de las grandes potencias o con los corporativos farmacéuticos.

El caso, además, es que la pandemia “le vino como anillo al dedo” a nuestro presidente AMLO, pues pudo hacer compras directas pasándose por el “arco del triunfo” a los procesos de licitación. Además, mandó crear un enorme show mediático para la llegada, distribución y aplicación de las vacunas. 

El enorme aparato electoral desde el Gobierno federal, se echó a andar, aterrizado por los “servidores de la nación”, operadores en realidad, de la maquinaria electoral a favor de Morena y de la imagen del Presidente. Igualito que como lo hacía el PRI, al que muchos combativos como pudimos por décadas.

Desde la izquierda, por años, desde las organizaciones populares, combativos y denunciamos al aparato electoral priista, acostumbrado por décadas a regalar dádivas y a la compra de voluntades. El PAN no lo hacía igual, en mi opinión, por un asunto quizá “de clase”, que les evitaba enlodarse los zapatos donde están las mayorías. Allí, en el ejido, en la barriada, la única manera era resistir basados en la dignidad y en la conciencia.

AMLO el luchador social, lo supo y por décadas combatió la práctica de compra de votos del PRI; está documentado en numerosos videos. Era nuestra impotencia ante el “ogro filantrópico” que describía Octavio Paz. Solo que una cosa era hacer campaña y otra, gobernar. Andrés Manuel y Morena tienen el gen priísta, el de la compra de votos. No se olvidan décadas de prácticas clientelares.

La expectativa enorme de que las cosas cambiaran con AMLO fue enorme. En algunas ha avanzado y ha sido diferente, como en el enfoque a las mayorías y en “pensar en los pobres”, lo que no habíamos visto en décadas y en un sano desapego a las comodidades que da el poder. Pero otra cosa es aferrarse al poder a como dé lugar. Por eso, las vacunas se convirtieron en un excelente (y perverso) medio para la clase política mexicana, tan acostumbrada al hueso.

En esta malograda “campaña de vacunas sin vacunas”, hemos visto por lo menos desde mi lógica-, decisiones tontas y torpes, como priorizar a profesores en Campeche y armar cuadrillas de vacunación con operadores electorales de Morena.

Sí, el corporativismo del PRI, denunciado hasta la muerte por el PC, el PSUM, el Frente Democrático Nacional, el PMT, el PST, el PRT, el PRD y las organizaciones civiles de la izquierda, vuelve, como virus, a mutar, para quedarse en el organismo fuerte que es hoy, Morena.

La enorme necesidad, expectativa, que tiene la gente por vacunarse, ha hecho que acudamos (acudan, pues los estados de la Alianza Federalista como Jalisco y Guanajuato, seguirán siendo castigados y dosificándoles los envíos de vacunas) con premura a las largas filas donde nos reconocemos los adultos mayores, sin éxito. 

Pero el asunto es que allí han acudido políticos a hacer proselitismo y “sin querer queriendo”, los Servidores de la Nación, como lo documentan evidencias, haciendo la labor de promover el trabajo del gobierno, ya en los colores de sus casacas, ya en pedir fotos de credenciales, ya pidiendo datos.

Las experiencias en las jornadas nacionales de vacunación han sido enormes antes del COVID. Enfermeras. el personal de salud de las Secretarías estatales y de las federales como el IMSS son expertos y pueden ellos solos. Resguardados, eso sí, por la Guardia Nacional, todo se podría haber hecho sin que hubiera proselitistas electorales en las jornadas de vacunación. Hacerlo así, nos deja la historia de una “campaña sin vacunas”, donde las pocas vacunas que se aplican, ya son “vacunas políticas”.

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