Juan Carlos Romero Hicks puso una carta sobre la mesa que muchos no se atrevían; afirmar que el presidente López Obrador se encuentra: “enfermo de poder y de su salud mental”.
Algunos comentaristas como Ángel Verdugo lo dicen desde hace tiempo, pero ningún líder político de la oposición había tenido las agallas de expresar lo que muchos mexicanos piensan. Porque no hay sanidad en dividir al país, tampoco en decir que vamos bien cuando vamos mal y menos, alejarse de la ciencia y el buen juicio al rechazar algo tan sencillo como usar un cubrebocas.
Romero Hicks, en un lenguaje elegante, afirma que “López Obrador retornó a sus actividades, pero con el virus del odio, la soberbia y el intento de dividir a los mexicanos”. En la mente de quienes creemos tener aún algo de cordura en medio de la pandemia, surgen preguntas sin respuesta: ¿qué gana el presidente cuando se aparta de la realidad; crea turbulencia y se aferra a decisiones que cuestan la salud y la vida de muchos compatriotas? ¿Es un asunto de estrategia electoral o un extravío de la razón?
Si hay una lucha por mejorar la condición de vida de los más pobres, el resultado es al revés. La falta de crecimiento, el desempleo y la pandemia mandan a la pobreza y a la desesperanza a 10 millones. El sueño iluso de decir que tendríamos un sistema de salud como el de Dinamarca en diciembre choca con la realidad al ver a familias desesperadas en búsqueda de una cama de hospital o una bocanada de oxígeno para sus enfermos. O haber dicho que esto venía como “anillo al dedo”.
Lo del cubrebocas, ¿es soberbia, terquedad o negación total de la realidad? Hoy se confirma, una vez más, que el uso adecuado de una o dos mascarillas reduce en un 96 por ciento el riesgo de contagio.
El capitán nos dice que vamos hacia el norte pero todas las brújulas indican que vamos hacia el sur. ¿Tiene descompuesta su brújula o son alucinaciones? Porque hay autoengaños personales y colectivos. En las sectas con un líder fuerte, carismático y desorientado, los seguidores pierden también el rumbo. Van al despeñadero en un camino o al final del cauce del río que se convierte en cascada y dicen ver la tierra prometida.
El panista guanajuatense añade un poco de retórica: “Es más de lo mismo, está en el espejo retrovisor del Museo de Arqueología Política del siglo pasado con modelos económicos y energéticos& no ha entendido que el pasado es un lugar de referencia, no un lugar de residencia”.
López Obrador contestó en su mañanera: “Gozo de cabal salud, pero yo creo que para ellos sí es algo extraño que se piense en favor del pueblo, de que se tengan sentimientos de amor al pueblo”. Hay una pérdida de sobriedad a cambio de fuegos fatuos donde el humo de la simulación oscurece la realidad con la intención imposible de que no veamos. Fiestas por la llegada de algunas vacunas; celebraciones en avión que vuelan sólo 45 kilómetros con decenas de funcionarios por haber terminado una pista en Santa Lucía; anuncios y más anuncios de la próxima vacunación mientras el país pide salud y tanques de oxígeno, mientras mueren miles a diario en una pandemia indómita.
Alguien está extraviado aunque “goce de cabal salud”.
