Creer que nuestra soberanía depende de que el Estado mexicano monopolice la extracción de petróleo y la generación de electricidad es el mito que más nos ha dañado en el último siglo.

La soberanía depende de la fortaleza económica de un país; de su capacidad de crecer y de generar riqueza para invertir en infraestructura moderna, en salud pública que mejore la vida cotidiana de su población, en educación pública de calidad que empareje la cancha y permita que los jóvenes desarrollen su potencial, sin importar en qué barrio nacen; en su capacidad de generar propiedad intelectual para no sólo pagar regalías por la de otros países. ¿En qué ayudan los monopolios de Pemex o CFE a esos objetivos?

Los días del petróleo están contados. Las petroleras privadas y estatales invierten a marchas forzadas para generar energía renovable. Estamos en una carrera contra reloj para sacar pronto el petróleo de nuestro subsuelo y canjearlo por escuelas, hospitales y aeropuertos. Por eso, Pemex debería dedicar sus recursos a extraer tan rápido como pueda, con ayuda de empresas privadas que tienen más recursos y tecnología.

En la generación de electricidad, el objetivo es evidente: producir la energía más barata, limpia y confiable posible. Eso beneficiará a los consumidores que hoy gastan tanto pagando “la luz”, sobre todo en el verano, y a industrias que serán más competitivas y generarán más empleos. CFE debería dedicarse a distribuir con eficiencia energía generada por inversionistas privados, capaces de construir plantas nuevas infinitamente más eficientes que las carcachas de CFE. Cuando tenían el monopolio, los cuates de los líderes del SUTERM y SME se hacían ricos construyendo plantas caras e ineficientes.

Haber permitido que empresas privadas invirtieran miles de millones de dólares -que CFE no tenía- para construir plantas, de acuerdo a las especificaciones de la paraestatal, permitió una maquila muy provechosa para el Estado. A cambio de abastecer gas recibía electricidad. Puso a competir a los privados, comprándole primero a quien produjera más barato, y vendía esa energía a precios de mercado, generando ingresos considerables. Usar sus recursos en absurdos como perdonarle 11 mil millones de pesos de adeudos a 607 mil tabasqueños nos recuerda que las empresas públicas son tan ineficientes porque se manejan con criterios políticos, derrochando nuestro dinero. Eso lo pagaremos todos. Sientan un terrible precedente para que otras clientelas exijan igual trato.

Pocas cosas debilitarían más la soberanía de México que la reforma a la Ley de la Industria Eléctrica. Propone que primero se compre la electricidad cara que genera la CFE. Una termoeléctrica que use combustóleo como insumo genera electricidad cinco veces más cara que una planta eólica o solar, y eso es sólo el costo directo. ¿Cuánto costarán los problemas de salud de residentes de las ciudades que respirarán toneladas de azufre? ¿Reflejarán en el recibo de “la luz” el costo cinco veces mayor? Seguramente no. Entonces, lo pagaremos los contribuyentes. ¿Qué abona más a la soberanía de México tener finanzas públicas sanas o débiles que requieran de más deuda? Cada año, le transferimos dos puntos del PIB de nuestro dinero a Pemex.

Para generar empleos necesitamos atraer inversión privada. Cambiar las reglas a medio juego la ahuyenta (hay 26 mil millones de dólares privados invertidos en energías renovables). La energía cara mata nuestra competitividad. Si además es sucia, un montón de industrias no cumplirían su compromiso de reducir su huella ambiental en los próximos años. Nos disparamos en el pie cuando podríamos atraer cadenas de valor que salen de China.

Este gobierno ni intenta revertir el paupérrimo manejo de Pemex y CFE, sólo busca apuntalar sus monopolios. Quienes creen en el absurdo argumento “soberano” y les enorgullece ser “dueños” de Pemex y CFE deben entender que estas empresas generan -y generarán- colosales pérdidas. Hoy a cada mexicano le tocan 29 mil pesos de deuda de Pemex y casi 10 mil pesos de deuda de CFE. Vayan ahorrando porque esa cifra, con certeza absoluta, crecerá rápido.

@jorgesuarezv

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