Dos días van que tratamos de registrarnos para la vacunación. El primero de plano la plataforma no daba acceso. Ayer algunos pudieron darse de alta pero la mayoría seguimos esperando. El CURP no da, la página se cierra, o de plano se queda en blanco. Después de horas primero viene el coraje, luego la tristeza y finalmente la sospecha.
Para alivianar la espera, amigos envían un video de un adulto mayor muy enojado, pero muy enojado. Grita a todo lo que su pulmón le da: “no sean idiotas, hay que exigirle a este maldito gobierno que haga algo en su maldita vida”. Y sigue: “que haga algo con esa página que no sirve, ni siquiera son buenos para hacer una página”. Se refiere a la página de inscripción para la vacuna. Luego sigue una perorata de insultos encendidos.
En un acto administrativo tan sencillo hay una gran ineptitud o el interés de controlarlo todo para beneficio electoral de Morena. Piden CURP y los datos generales. Las sospechas crecen. Sería muy sencillo apuntar nombre, apellido, edad y dirección. No hace falta ningún otro. Con una plantilla tan sencilla, cualquier empresa como IBM podría hacer la tarea en un día y dar un servicio excelente.
Pero todo sale mal. Las vacunas nunca llegaron como se había prometido; la distribución fue arbitraria y mañosa. ¿Cómo es posible que presuman en la CDMX haber cubierto a la totalidad del personal médico y en Guanajuato y otros estados apenas van a la mitad? Nunca en mi vida había visto tanto miedo, ansiedad y angustia. Ni siquiera durante la Revolución de 1910 la totalidad de los mexicanos vivían con tanto estrés. Entonces la sociedad era agrícola; las noticias tardaban en llegar el único temor era que llegaran los villistas o los carrancistas a tomar pueblos y mujeres.
Con la hipercomunicación de hoy, sabemos a las 19:30 horas cuántos se infectaron, cuántas defunciones. Vemos en los periódicos y en las redes sociales personas que fallecen al llegar a los hospitales y en el WhatsApp nos comentan de inmediato los amigos cuando algún conocido enferma o muere. Muchos merolicos electrónicos venden pócimas salvadoras que son dañinas, otros mencionan “nanopartículas” y otras vaciladas que sólo desorientan.
Si la vacunación va a tener el mismo éxito que la página de registro del Gobierno, tardaremos meses en vacunarnos y se perderán miles de vidas todos los días por la ineptitud burocrática de la 4T. En las fronteras hay un éxodo a los hospitales y puntos de vacunación de Estados Unidos. De Monterrey nos reportan que los “regios”, que son muy diligentes, encontraron la oportunidad de apuntarse en las páginas de internet de los servicios de salud de los Estados Unidos. “Ni siquiera te preguntan si tienes la edad de 65 años”, comenta un amigo.
Aunque los gobernadores de Florida y de Texas dicen que las vacunas son para quienes viven o residen en esos estados, la verdad es que Joe Biden señaló que se debe vacunar a todos, sin importar raza o condición migratoria. Suena razonable. La prioridad es la velocidad. Tardarían muchísimo en registrarse quienes no tengan su número de seguridad social, quienes no tengan papeles.
La vacunación en México comenzó con el pie izquierdo, con mentiras y engañosas bienvenidas a las vacunas que nos pasó Pfizer. El registro para quienes seguimos en la lista resulta un calvario de horas y horas. Todo tiene que cambiar con la elección, no hay de otra.
