Si estuviera vacunado contra el Covid podría hacer tantas cosas. Iría con mis hermanos y les daría un gran abrazo. Lo mismo con amigos que tengo nueve meses de no ver. Si ellos estuvieran vacunados también, sacaríamos las fichas del dominó, las haríamos sonar fuerte sobre la mesa, acompañados de un trago de whisky y alguna botana grasosa. Reiríamos como siempre y disfrutaríamos canciones de Guadalupe Pineda, Shirley Bassey y Natalia Lafourcade

Si estuviera vacunado iría a saludar con un gran apretón de manos a todos quienes hacen posible la edición y distribución de este periódico. Algo que lamento no haber hecho antes con la frecuencia necesaria. Vería a mis tías sin la menor posibilidad de lastimarlas, y sin miedo, participaría en reuniones de cercanía. Nada de Zoom o Meet, donde ningún gesto se pueda esconder y las palabras fluidas y sin interrupciones nos recuerden que no somos bots.

Habrá que esperar de 4 a 6 meses para que eso suceda. Familiares y amigos preguntan para cuándo se podrá “comprar” la vacuna. En México no lo sabemos, en Estados Unidos las farmacias Walgreens y CVS la tendrán a la venta a principios de la primavera (Abril). Será tan fácil como ponerse un “flu shot” en otoño e invierno. Las ansias de libertad, los sueños de fuga anidan en las palabras de quienes preguntan. Detrás de ellas está la verdadera duda: ¿para cuándo seré libre? Incluso hay quienes viajarán a EU para no esperar. 

Pero todos esos sueños despierto, son una distracción del problema latente, de la amenaza que se cierne aún sobre millones. La pregunta de la incertidumbre permanece: ¿qué tal si llega la infección?¿qué tal saldría librado?¿moriría?

Nadie puede asegurar una escapada. Nadie, ni siquiera los ya “recuperados” de la infección. Lo que podemos hacer es el mejor esfuerzo por tomar distancia y tener las más altas precauciones. 

Irrita la estupidez en las redes, donde inventan conspiraciones con falsa ciencia, donde acusan a Bill Gates y al Dr. Fauci de encabezar un complot contra el pueblo.  En todo el mundo hay tal desinformación que un 30 o un 40 por ciento de la población no quiere vacunarse. Lo dicen sin ningún fundamento, sólo por parecer interesantes o por absoluta ignorancia del avance científico. 

Hay quienes aún dudan de la protección del cubrebocas, hay quienes creen en una conspiración mundial de las farmacéuticas, de los feroces capitalistas. También hay en Estados Unidos personas que imaginan un gran ataque de China a Occidente. Lo cierto es que el camino para la salvación de millones de vidas y la recuperación económica es la vacuna. Mientras tanto tendremos que esperar entre 4 y 6 meses para que, ahora sí, la curva de la epidemia esté “domada” y con el tiempo sea irrelevante.

El pasaporte a la libertad no podrá usarse como moneda de cambio electoral. Sería tan mezquino y vulgar que la gente lo notaría. Si el partido en el poder piensa traficar con ese bien supremo que es la salud, pagaría muy caro la osadía. Si por prejuicios ideológicos se impide a la población obtener una vacuna en el mercado, como sucederá en todo el mundo libre, el Gobierno de la 4T se transformaría en el peor fracaso político de la historia. Debut y despedida en tan sólo seis años. Al tiempo. 

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