Pagaría las consecuencias si me equivocaba. Pero si estaba en lo correcto y yo callase, sería el purgatorio. Callar es el purgatorio”.

Fantásticas palabras de Erika Cheung en su charla de TED sobre cómo hablar la verdad al poder (vela en nuestros sitios, imperdible).

Cheung se acababa de graduar de Berkley cuando encontró su trabajo ideal en una compañía que no sólo le pagaba bien, sino que iba por mucho más. Que buscaba realmente mejorar al mundo.

En lugar de extraer sangre con la típica y dolorosa inyección (y tubitos), Theranos sólo requería pinchar una gotita de un dedo para realizar cientos de análisis con técnicas especializadas de microfluidos. Pruebas sin dolor, baratas y precisas.

“Lo que importa es mejorar la vida de la gente”, explicaba Elizabeth Holmes, su fundadora, a CBS en una entrevista en abril del 2015.

Su éxito fue enorme: levantó 900 millones de dólares (mDls) de inversionistas (Rupert Murdoch y Carlos Slim entre ellos) que llegaron a valuar a Theranos en más de 9,000 mDls. ¡Y Holmes tenía 50% de las acciones! La revista Time la nombró una de las personas más influyentes del mundo, daba conferencias y recibió muchos premios.

Todos la adoraban.

Sólo había un problemita: todo era mentira. La tecnología era imprecisa. No podían realizar las pruebas prometidas y 95% de éstas se hacían con aparatos de competidores (relee “Mala sangre”).

Cheung presenció este fraude desde la primera fila: trabajaba en el laboratorio de Theranos. Levantó la alerta y nadie le hizo caso. Los jefes la regañaron. Inconforme, prefirió renunciar a ser parte del engaño. Y, luego, no calló. Le habló al poder con la verdad.

Ella y otros buscaron dar a conocer un engaño con consecuencias mortales, que literalmente costarían la vida de decenas de miles de personas.

Sus acciones funcionaron. En mayo del 2015, Theranos estaba en la cima… y en octubre de ese mismo año inició su rápido declive con el reportaje de John Carreyrou en el Wall Street Journal.

En 3 años se esfumaron los 900 millones de dólares, la SEC le quitó a Holmes sus acciones y Theranos cerró. Ah, y Elizabeth y su socio “Sunny” Balwani enfrentan hoy cargos penales.

La lección de Erika es potente: ante un abuso (o la estupidez, agrego) no hay que callar. El silencio es complicidad.

Como bien explica Phil Zimbardo en “El efecto Lucifer”: uno de los 7 procesos para socializar al mal es obedecer ciegamente a la autoridad, sin chistar. Algo común en sistemas autoritarios.

Algo común cuando líderes poderosos castigan al que los contradice en la política o en los negocios. Cuando eso sucede, callar resulta conveniente; porque el que calla avanza. Un sistema perverso que promueve destrucción, ineptitud, servilismo y grilla.

¿Cómo vacunarse contra el cáncer de callar ante el poder?

“La manera más simple es crear culturas que fomenten que la gente se atreva a hablar y luego escucharlos”, propone Cheung.

Totalmente. Pero esto se dice más fácil de lo que se hace. Para lograrlo, la hoy activista para la ética empresarial sugiere adoptar las 3 Cs de la Universidad de California en San Diego:

1. Compromiso. Hacer lo correcto sin importar el costo.

2. Conciencia. Aplicar criterios morales al actuar diario.

3. Competencia. Recolectar y evaluar información para evaluar consecuencias y riesgos de lo que se hace.

Invaluables, seguro te sirven para tu empresa.

La tercera es clave: competencia. Muuuy relevante en el México de la 4T. Una ineptocracia donde ciencia y expertise se demonizan.

Donde pesa más lealtad y la fe ciega en el Tlatoani que la lógica, las técnicas probadas y la opinión de expertos.

En el México de hoy, callar ante el poder es más que un purgatorio. Es la antesala del infierno.

Los que tienen un asiento de primera fila y hoy callan son cómplices.

Al poder hay que hablarle con la verdad.

Posdata. Bien por la alianza PRI-PAN-PRD en 158 distritos electorales. Sé que es una mezcla rara. Sé que son partidos cuestionados. Pero no hay que perder de vista el objetivo mayor: poner un dique a la destrucción. Que Morena pierda la mayoría en la Cámara.

En pocas palabras…

Todos tienen un plan, hasta que los golpean en la boca”. –Mike Tyson

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Twitter: @jorgemelendez

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