La realidad es que, diciembre y enero y febrero van a ser tiempos duros…de hecho creo que van a ser los más difíciles en la historia de la salud pública en esta nación”. -Dr. Robert Redfield, director del CDC, Centro para el Control de Enfermedades de los Estados Unidos.
El doctor Redfield cree que el número de defunciones puede llegar a 450 mil en su país si no hay un cambio en el comportamiento de los ciudadanos durante el invierno, según lo reportó el Times de Nueva York.
El USA Today informa que hay 100 mil hospitalizados en Estados Unidos, y de seguir la tendencia de infección, pronto podrían duplicar esa cifra. Los doctores suplican a la población que se cuide porque pronto no habrá suficientes camas para atender a los infectados. La saturación impide atender a enfermos de otras dolencias. La saturación no sólo es de las camas y los edificios, hay una presión extraordinaria para médicos y enfermeras.
En México sucede lo mismo. En la CDMX calcularon que al llegar la población de hospitalizados por Covid19 a 5 mil 127 la capital tendría que regresar al semáforo rojo: ya rebasaron la cifra. Anoche sumaban 5 mil 174. Si Claudia Shiembaum cumple con los protocolos deberá confinar de nuevo a la población.
Los cálculos conservadores de las instituciones de salud son de que en México llegaremos a 143 mil defunciones dentro de tres meses, pero si el sistema de salud revienta, esa cifra podría desbordarse. La ocupación en hospitales públicos aumenta día a día. La gente se burla de la increíble promesa de López Obrador. Tendríamos al día de hoy un sistema de salud como el de Dinamarca. Para los médicos y enfermeras resulta una enorme falsedad, un insulto a su inteligencia.
En el Bajío las cosas empeoran día con día. Crecen las infecciones y el número de pacientes intubados. Un recado familiar en Whatsapp alerta: “no se vayan a enfermar porque estuve en el hospital y no había enfermeras, sólo quedaba un enfermero que cumplía doble turno”. (Hospital privado)
En Celaya reportan una hospitalización extrema que tiene al personal de salud en la histeria. En el Seguro Social, médicos y enfermeras no podrían tener mayor estrés. Sufren una doble frustración: el agotamiento físico y mental por el exceso de trabajo y el dolor de ver a enfermos morir en soledad.
Al principio de la pandemia en Nueva York llamó la atención el suicidio de una doctora joven y brillante. Abrumada por lo que veía y sufría, no resistió la presión. De lejos parecía incomprensible que una mujer en plenitud, con las mejores calificaciones profesionales tomara una decisión tan triste y dolorosa para su familia y compañeros de profesión.
Primero es el dolor y la fatiga del personal que atiende a los enfermos, luego viene la súplica en todos los medios y en las redes sociales de guardar los protocolos de protección. Lo último será el abandono de los puestos de trabajo y el desbordamiento de todos los hospitales, algo que cuidaba la 4T como muestra del “buen manejo de la pandemia”.
Enfermeras y médicos saldrán corriendo, exhaustos, dolidos y deprimidos. Llegará un momento en que digan ¡basta! Y nadie podrá reclamarles. Mientras ellos luchan por salvar vidas en jornadas interminables, la población sigue de fiesta. Mientras sufren depresión, el Presidente sigue con su negligencia de no usar cubrebocas.
