Los jóvenes del milenio inventan acrónimos para describir una situación típica de su tiempo, primero surge en Estados Unidos y luego las redes se encargan de difundirlos para uso universal. Así fue como en la familia alguien mencionó – como un anglicismo fifí- el FOMO o “Fear Of Missing Out” (Miedo a Quedar Fuera)
¿Quién no ha tenido ese síndrome o sentimiento de angustia? Recordamos cuando faltamos a clases y nuestros compañeros platicaban lo que habíamos perdido, o el juego de fut en el que no participamos. La sensación de quedar fuera tiene muchos orígenes, desde la discriminación hasta la exclusión de una escuela o universidad por no cumplir con el mínimo académico para ingresar.
Si damos un paseo por las noticias del día, descubrimos que los cambios en el país producen esa angustia llamada FOMO. Quedar fuera de nuestro tiempo, vivir excluidos de los avances sociales, económicos y científicos del mundo. Deprimidos porque sabemos que todo está al alcance de la mano y nuestros gobernantes cierran las puertas del país y cortan sus alas.
Hay decenas de ejemplos que ilustran un FOMO mayor. Las energías limpias y renovables tienen un potencial increíble para un lugar solariego entre los paralelos 16 y 31N del mapa. Sonora podría alimentar a todo México y Estados Unidos con energía solar. Con aerogeneradores en Oaxaca, Tamaulipas, Baja California, San Luis Potosí y Guanajuato podríamos equilibrar nuestro consumo de carbón y llegar a la neutralidad de emisiones. En la Unión Europea cada país tiene una meta para lograrlo.
Primero el TLC, ideado y ejecutado con maestría por Carlos Salinas de Gortari, nos convirtió en el país que más exporta de Latinoamérica. Vendemos más al exterior que todos los países de América Latina juntos, incluido Brasil, considerado una potencia agrícola e industrial. Con el TLC transformado en T-MEC podríamos aumentar la base manufacturera del país como jamás lo imaginamos.
China y Estados Unidos pelean mercados, tecnología, invenciones farmacéuticas y desarrollo de software. Tenemos la ubicación, el clima y los recursos humanos para competir. Las armadoras de autos son la viva muestra de la calidad, seriedad y empeño de nuestros técnicos y obreros. Nuestros productores agropecuarios más tecnificados exportan tanto que el valor de sus ventas es mayor a las importaciones de maíz, frijol, sorgo y lácteos. Tenemos una balanza agropecuaria con superávit.
Sin el comercio internacional estaríamos peor que Cuba o Venezuela porque somos ya casi 130 millones de habitantes, porque nuestra interdependencia creció y crecerá a menos que venga una hecatombe política y social.
Para aminorar la angustia del “Miedo a Quedar Fuera”, pregunto al asistente digital: “Ok, Google, ¿cuántos días faltan para el 30 de septiembre del 2024?” En menos de un segundo contesta 1492. Cada día que pasa pensamos si el navío resistirá la tormenta del populismo extraviado. Si lo vemos con optimismo tenemos la respuesta: México es un país eterno que a largo plazo será democrático, institucional, equilibrado y próspero.
Los 4 años restantes del sexenio son un parpadeo en el destino nacional. Además podemos hacer algo quienes pensamos en un destino distinto al del estancamiento la pobreza e ignorancia. Los ciudadanos no “estamos mancos”. Tenemos fuerza, imaginación y talento para enfrentar la adversidad. Habrá que trabajar más, no queda duda; tendremos que aprovechar hasta el último minuto del día y, sobre todo, unir esfuerzos. No podemos quedar fuera de nuestro tiempo. (Continuará)
