Es parte de la naturaleza humana fijarnos algún objetivo o idea. Por lo general, no es ganar dinero. Hacer que las cosas sucedan es lo que creo que deberían ser las finanzas”, Robert Shiller

El reporte es más grave de lo que imaginábamos: tan sólo en la industria del calzado se perdió el 86 por ciento de la producción por la pandemia. No sabemos cuántos zapateros quedaron sin empleo pero podremos tener las cifras del segundo trimestre en unos 15 días más.

Apremia la ayuda directa para ellos y todos quienes perdieron su fuente de trabajo en Guanajuato. Bien lo repitió ayer el presidente del PAN, Marko Cortés: “Exhortamos al Gobierno federal a dejar atrás los prejuicios ideológicos. Presidente López Obrador, le pedimos aprobar un ingreso básico universal, un seguro de desempleo para todas y todos los mexicanos afectados”. Luego añadió que es una “exigencia ética y moral”, según una nota de Reforma.

López Obrador no tiene en sus planes apoyar a los desempleados con un ingreso básico. Primero porque la Federación no tiene recursos y, lo más grave, porque no quiere usar las líneas de crédito disponibles en el Fondo Monetario Internacional. No sabe ni entiende de finanzas al servicio del hombre.

Pero Guanajuato sí puede hacerlo.

Bien lo dice Cortés, es una exigencia ética, un principio humano y cristiano dar la mano a quienes han caído en desgracia. Las cuentas son simples. Supongamos que 50 mil personas perdieron su empleo en nuestra entidad. En el IMSS están los registros. Darles un ingreso básico de 5 mil pesos mensuales serían 250 millones al mes. Digamos que hay otros 50 mil paisanos que perdieron su ingreso porque trabajaban por su cuenta. Serían otros 250 millones de pesos.

Si durante tres o cuatro meses entregamos esos apoyos, significaría un desembolso de 2 mil  millones de pesos. Salvar a 400 mil personas de caer en la hambruna durante la crisis más profunda de nuestra historia, no tiene precio.

Esa cantidad es poco con lo que gobiernos panistas dilapidaron en el pasado; sería de una gran mezquindad no extender el apoyo a un proyecto más importante que cualquier otro. Hoy que la oposición se queja del dispendio en elefantes blancos como Dos Bocas y el Tren Maya, deberían de recordar lo que Juan Manuel Oliva tiró en Guanajuato. Sigue a la vista de todos.

La Expo Bicentenario -a valor presente- costó unos 4 mil millones de pesos. Por los terrenos de la fallida refinería de Salamanca pagamos -también a valor presente- unos 3 mil 500 millones de pesos. Los dos gastos siguen en la inutilidad y corroboran la ineptitud y corrupción de Oliva.

Con una fracción de ese dinero podemos rescatar a cien mil familias. Y si se necesitan 2 o 3 mil millones, sería una nada para el futuro de Guanajuato. Vamos al extremo. Por un crédito de 3 mil millones se pagarían 22.4 millones mensuales si se consigue una tasa del 6.5 por ciento fijo. Algo que puede pagarse sin ningún problema a través del impuesto a la nómina.

Con el tiempo los pagos se diluirán, se harán pequeños, casi insignificantes para el tamaño de la economía del estado. Con los años recordaremos la visión gubernamental de Guanajuato. Los frutos perdurarán como la obra humanitaria más importante de nuestra historia.

Claro, se necesitan agallas para enfrentar a los críticos, a los miopes, a las personas menores que no entienden el valor del hombre y su familia. Son pichicatos menores, cuentachiles de tercera, temerosos de actuar cuando el río de la desgracia amenaza con ahogar en la miseria a quienes antes, con su trabajo, construyeron la prosperidad de nuestro suelo.

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