¿Qué vemos cuando observamos con cuidado una máquina, cuando nos sorprende un “aerogenerador” de electricidad en el paisaje? El presidente López Obrador vio en La Rumorosa de Baja California aerogeneradores que estorbaban. Gigantes ofensivos como los que vio Alonso Quijano (El Quijote) en La Mancha cuando quiso destruirlos por sus locas alucinaciones.

En la costa de Dinamarca hay filas y más filas de aerogeneradores que aprovechan el viento nórdico para alumbrar el país. Desde hace medio siglo comenzaron a aprovechar la energía eólica que ha evolucionado multiplicando su eficiencia y productividad. Por toda Europa, y en algunas partes de México como La Rumorosa, Oaxaca o Tamaulipas, los gigantes giran sus aspas anunciando el Siglo XXI.

A quienes les gusta la ciencia y la tecnología pueden encontrar múltiples historias dentro de ellos como la Ley de Bernoulli que establece los principios de la física de los fluidos, esa que hizo posible los aviones desde los hermanos Wright.

Tome una hoja de papel, sople en la parte superior y se elevará. Hay más presión abajo que arriba como en un ala de avión. Las enormes hélices de 60 metros en los generadores funcionan igual. Tres siglos después, podemos confiar que en cada despegue de un avión, se cumple puntual la Ley de Bernoulli, desafiando la gravedad.

El poste de 80 metros al que están sujetas las tres palas tiene la tecnología más avanzada en la construcción de concreto. Tres elementos prefabricados y pretensados soportan la hélice y el generador al que está conectado. La cimentación, con una base de 21 metros de diámetro y 5 de profundidad no aparece en el campo, está sumergida en concreto armado de alta resistencia, ahogada en un terraplén que la hace invisible. Computadoras de alto desempeño giran el ángulo de los elementos para adecuarlo a la velocidad del viento. La hélice comienza a girar cuando llega a 11 kilómetros por hora y se “perfila” cuando sube a más de 80, por seguridad estructural.

El diseño y cálculo de las palas se hace con la misma tecnología de “elementos finitos” con los que se construyen los Boeing 787. La ciencia de los materiales permite la flexibilidad y duración de los “elementos aerodinámicos”. Podríamos seguir con los generadores, herederos del genio de Nikola Tesla, inventor de la energía alterna y qué decir de la evolución permanente de los sistemas.

Hoy en México se genera electricidad renovable a un precio que ni el gas ni el carbón pueden competir. La energía verde sepulta en Alemania las plantas nucleares y sus riesgos; en España hay picos de producción en los que el viento abastece el 28% de la demanda. Hoy es la fuente más importante de electricidad. Esto crecerá cada día. Decir que un aerogenerador lastima el paisaje es no comprender la estética de la ciencia e ignorar el mundo de hoy.

Los daneses y todos los europeos adoran sus inventos eólicos, herederos de los viejos molinos construidos desde el Siglo XIII. Lo mismo que los chinos y los texanos que producen ya el 16% de su consumo eléctrico con aerogeneradores a pesar de ser el estado petrolero más importante de Estados Unidos.

La “ignorancia supina” característica de las personas que pudiendo saber por su posición prefieren ignorar ciega a los funcionarios públicos que tratan de enviar al país a un pasado que nunca fue mejor. (Busque en Youtube “Acciona” con muchos videos claros que explican la tecnología).

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