Australia.- Quizá, en cientos de ocasiones, has intentado hacerte cosquillas en los pies, en las manos, o que cualquier parte del cuerpo tú mismo, sin embargo, no puedes sentir esas ganas de reírte a carcajadas como cuando te lo hace otra persona, pues qué crees, esto tiene una explicación científica y en Periódico AM te lo contamos.
Hagamos un experimento primero, intenta con una pluma hacerte cosquillas en los pies, ¿qué sientes?, es probable que solo una pequeña sensación en esta extremidad, ahora pide que alguien más lo haga por ti, ¿y ahora?, ¿las cosquillas son insoportables?.
Un grupo de científicos de la Universidad de Monash en Australia, así como de la Universidad Johannes Gutenberg de Mainz en Alemania y la Universidad de Londres, decidieron hacer un experimento sobre las cosquillas que no nos podemos ejercer a nosotros mismos y las que sí pueden ejercer otras personas.
Los científicos explican que ser capaz de diferenciar entre los movimientos propios y las acciones de otras personas, es debido a la parte central de nuestro sentido de identidad y agencia, así mismo, son aspectos de la psique que incluso los robots no pueden replicar.
Cosquillas es un buen ejemplo porque el contraste entre las sensaciones de cosquillas producidas por otros y la incapacidad de hacerse cosquillas es muy claro”, comentó Jennifer Windt de la Universidad Johannes Gutenberg de Mainz en Alemania.
Sarah-Jayne Blakemore, de la Universidad de Londres, fue quien investigó primero la forma en que el cerebro toma estas decisiones rápidas referente al “yo” y a los demás, con esto escaneó los cerebros de las personas mientras sus compañeros les hacían cosquillas en las palmas de la manos y también cuando intentaban hacerlo ellos mismos.
Gracias a esta observación, los científicos concluyeron que a partir de la actividad cerebral resultante, cada que nosotros mismos movemos cualquiera de nuestras extremidades, el cerebelo del cerebro produce predicciones precisas de los movimientos del cuerpo, posteriormente envía una segunda señal que amortigua la actividad en la corteza somatosensorial, donde se procesan los sentimientos táctiles.
Con esto podemos entender que cuando nos hacemos cosquillas a nosotros mismos, o al menos lo intentamos, no percibimos las sensaciones con la misma intensidad que si vinieran de otra persona, por lo que permanecemos tranquilos en lugar de retorcernos con esa mezcla familiar de incomodidad y placer que se produce cuando otra persona nos hace cosquillas.
Con información de BBC
FRG
