A algunos lectores jóvenes que han crecido usando e-mail, Facebook y muchas otras aplicaciones, les resultará novedoso saber que antes de esas tecnologías la gente escribía cartas. Seguramente los padres o abuelos de esos lectores guardarán algunos ejemplos de esas cartas personales que dicen mucho sobre el carácter y personalidad de un individuo.  

De algún modo con las tecnologías modernas esto se ha perdido. Lo frío e impersonal de los mensajes que muchos jóvenes actualmente intercambian, contrasta con el cuidado y delicadeza de las cartas antiguas en las que todo era importante, desde el papel en el que se escribía, su textura, olor y color; así como el grosor del trazo y el color de la tinta usada y también la presión de la pluma sobre el papel, y por supuesto, la claridad y belleza de la caligrafía.

Todo esto ya no existe. No creo que ninguna persona que haya en su vida recibido una carta de una mujer amada firmada con el nombre de ésta y sus labios impresos con el rojo intenso del lápiz labial sobre el papel, cambiaría esto por un mensaje de WhatsApp firmado con un Emoji. En la literatura universal hay muchos ejemplos de libros que contienen cartas abordando los más diversos temas e.g. amistad, amor, teología, filosofía, ciencia, ética, etcétera. Un ejemplo notable es la numerosa correspondencia que escribió Voltaire con todos los personajes notables de su época. Leer esas cartas nos dice muchísimo sobre innumerables temas, así como sobre la personalidad misma de su autor.

La Universidad de Princeton acaba de publicar un nuevo volumen de las cartas escritas por Albert Einstein enviadas entre mayo de 1925 y junio de 1927 cuando él estaba en la Universidad de Berlín. Estas cartas abordan los temas de máxima actualidad científica de ese momento, así como aspectos íntimos que dicen mucho sobre este famoso personaje.  En ese periodo Werner Heisenberg dio a conocer su novedoso tratamiento de la mecánica cuántica basándose en las ideas originales de Max Planck, Niels Bohr y del mismo Albert Einstein. Poco después Erwin Schrödinger presentó una nueva formulación de la mecánica cuántica que matemáticamente resultó ser equivalente a la formulación de Werner Heisenberg. En esta época Einstein trabajaba tratando de obtener una teoría física unificada.

En una carta dirigida al físico Paul Ehrenfest en noviembre de 1925, Einstein escribió: “Heisenberg acaba de poner un gran huevo cuántico, por lo menos así lo creen en Göttingen (yo no lo creo así)”. Einstein prefería la formulación de la mecánica cuántica de Schrödinger basada en una ecuación diferencial y no la de Heisenberg basada en matemática matricial. Einstein no aprobaba en absoluto las afirmaciones de Heisenberg en el sentido de que; “había que cambiar nociones ordinarias de espacio y tiempo& los átomos ciertamente no existen”. Aunque Einstein mostró interés en la formulación de Heisenberg, que sería complementada por Max Born, Pascual Jordan y Paul Dirac, éste no aceptó que la matemática matricial fuera el lenguaje correcto para describir la naturaleza, afirmó: “Las teorías de Heisenberg y Dirac ciertamente me producen admiración, pero estas no huelen a realidad”. En una carta dirigida a Arnold Sommerfeld en agosto de 1926 Einstein nuevamente toca este punto al señalar que: “Estoy convencido que el planteamiento de Heisenberg y Born es inadecuado”. De hecho, en diciembre de 1926 Einstein le escribe a su querido amigo Max Born diciéndole que respetaba el enfoque matricial pero no podía aceptar algunas de las implicaciones estadísticas pues: “Dios no juega a los dados”.

Durante ese periodo la teoría especial de la relatividad publicada en 1905 fue cuestionada por el físico Dayton Miller quien en 1925 reportó nuevos experimentos afirmando que el éter afecta la velocidad de la luz. Miller obtuvo estos resultados después de incorrectamente repetir los experimentos de Michelson y Morley demostrando que el éter no existe. Edwin Slosson director de una revista científica escribió a Einstein preguntando su opinión sobre los resultados de Miller. La respuesta de Einstein fue que si el trabajo de Miller es corroborado entonces; “la teoría especial de la relatividad, así como la teoría general, son un fracaso pues los resultados experimentales siempre serán el juez supremo”. Sin embargo, la intuición científica de Einstein le decía que los resultados de Miller no podían ser correctos y en una carta dirigida a su amigo Michele Besso le comentó que la falta de cuidado en el control de temperatura de los experimentos de Miller le llevó a concluir sus resultados incorrectos, añadiendo que: “nunca tome en ningún momento esos resultados con seriedad”.

Algunas de las cartas más desconcertantes de Einstein fueron dirigidas a su ex esposa Mileva pues ella amenazó con detallar situaciones embarazosas de su divorcio para avergonzarlo públicamente. La respuesta de Einstein muestra, como en todo ser humano, otra cara de su personalidad, allí entre muchas otras cosas afirma que: “No solamente los niños necesitan una nalgada de vez en cuando, sino también lo adultos y especialmente las mujeres”. Estas cartas nos permiten tener una idea más humana, crítica y precisa del genio que fue Albert Einstein.

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