Ningún negocio, cualquiera que sea su tamaño, estará en riesgo de quiebra. Ninguna francesa, ningún francés se quedará sin recursos. En el caso de las empresas estaremos estableciendo un sistema excepcional para diferir los impuestos y las cargas sociales, respaldar o diferir los plazos bancarios y dar garantías estatales por 300 mil millones de euros para todos los créditos contratados con los bancos”.Emmanuel Macron. Presidente de Francia

El golpe económico de la pandemia del Covid-19 llega ya al sector turístico de Guanajuato. En San Miguel de Allende se reciben, una tras otra, las cancelaciones de grupos y familias. Justo cuando viene la mejor época turística del año. La belleza y el clima de San Miguel no serán suficientes para evitar la caída.

Lo mismo sucede en las playas y en las principales ciudades donde el turismo es de negocios. Las ocupaciones cuando mucho están a la mitad y los restaurantes sufren ya la falta de comensales. Vienen meses negros para muchas industrias y pocas tan dañadas como los de servicios y el turismo.

Ayer, en una desafortunada mañanera, el presidente López Obrador dice que

no contempla incentivos a las empresas para paliar sus pérdidas por el coronavirus y que el turismo aún no se resiente”.

Son dos temas en una oración. Primero un gran error y segundo una mentira.

Es urgente que el Gobierno aplique un amplio apoyo a las empresas para evitar la muerte de miles o cientos de miles de ellas. No exagero. Si la gente se queda en casa, el consumo se irá al suelo como ya sucede en España, donde sólo escuchar a los taxistas de Madrid rompe el alma.

En Francia el Gobierno va a contratar a todos los taxistas para dar servicio a las dependencias, para cuidar el cumplimiento del cerrojo. Los va a sostener.

Si queremos mover el calendario mexicano para saber lo que nos puede pasar, hay que escuchar la radio española y leer su prensa. La Cadena Ser en internet, por ejemplo. El País, El Mundo y ABC son periódicos serios que se unen a toda la prensa para informar con precisión y, por qué no decirlo, patriotismo ante la emergencia.

La decisión del presidente francés, Emmanuel Macron, de no abandonar a ninguna empresa ni a ningún ciudadano es la respuesta más amplia, decidida y sensata. El apoyo es exactamente lo mismo que hizo Ernesto Zedillo durante la crisis del “Tequilazo” en 1995 con el Fobaproa: usar la palanca del estado para detener la quiebra de los bancos, empresas y familias. 

Quienes no saben de economía, no entienden que salvar los depósitos bancarios, las empresas y el empleo pueden lograrse mediante crédito público. Los 300,000 millones de euros de garantías que dará Francia para todos los negocios en problemas por la pandemia. Son más que el presupuesto de todo el Gobierno mexicano. Justo un 20% más. 

Un rescate de ese tamaño sólo puede justificarse por una razón excepcional:

Estamos en Guerra”

, dice Macron en tres ocasiones durante un discurso a la nación francesa a “Los hijos de la patria” como en el canto de su himno nacional.

Macron no hace milagros ni tiene la fórmula mágica de la aparición de dinero. Lo que usa es el poder de resolver el presente pidiendo prestado al futuro. La lección la aprendimos en la Gran Depresión de los años 30; la solución la enseñó un genio economista llamado Marriner S. Eccles, de la Reserva Federal norteamericana y el economista inglés, John Maynard Keynes. Había que inyectar dinero, mucho dinero para poner de pie al mundo.
El Estado francés recurre al poder de su firma y extiende un documento que ancla su economía. Lo mismo hace Estados Unidos y su Reserva Federal que aportan hasta un millón de millones de dólares en crédito para sostener los negocios.

Aquí los de la nueva Administración creen que apoyar las empresas es dar dinero a Rico MacPato, cuando en realidad significa que millones sigan empleados y con recursos para llevar lo necesario a sus casas. (Continuará con algunas soluciones económicas para esta guerra)
 

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