El dramaturgo francés Pierre Corneille escribió: “Cada instante de la vida es un paso hacia la muerte”.
Una muerte que es inevitable no encontrar, pero lo cierto es que como dice otra atinada frase: “Nadie muere del todo mientras alguien te recuerde”.
Y como el olvido jamás aparece, este Día de Muertos se convierte en la ocasión perfecta para recordar a todos aquellos seres que hace poco o mucho pasaron a formar parte de la eternidad.
El Día de Muertos es una tradición de origen prehispánico, festejada en México cada 2 de noviembre.
En esta especial fecha, los panteones y algunos hogares se llenan de color, de tradición, con los conocidos altares de muertos.
Según se cuenta, la civilizaciones antiguas creían que al morir alguien, el espíritu continúa en esta vida, y cada Día de Muertos vienen al encuentro con sus seres vivos, y así aprovechan para disfrutar de las ofrendas que se les coloca en el altar, entre ellas sus platillos favoritos, dulces, calaveras de azúcar, sin olvidar las flores de cempasúchil.
Por ello, al llegarse esta fecha, los mexicanos se reúnen con un fin común: celebrar a sus difuntos.
En estas fechas, se hace bastante visible un personaje creado por José Guadalupe Posada y bautizada por el muralista Diego Rivera: La Catrina.
Estas catrinas que se muestran en las fotografías, forman parte del ballet folclórico del profesor Coco, quienes cada año, al llegar el Día de Muertos resaltan las tradiciones de la región a través del baile.
La Catrina al igual que El Catrín, están asociados con el placer de vivir ante la proximidad de la muerte, recordando que la vida es aquí y ahora, y que se debe vivir la vida como dice otra célebre frase: “Cuando naciste, tú llorabas y todos a tu alrededor sonreían; vive tu vida de manera que cuando mueras, tú sonrías y todos a tu alrededor lloren”.
