Con el objetivo de fortalecer la milenaria tradición del Día de Muertos, la familia Baeza se ha dedicado por cuatro generaciones a la elaboración de alfeñiques.
Una de las ofrendas que no puede faltar en el altar a los muertos son los alfeñiques, cada año en cada ofrenda se puede apreciar la presencia de alguna figura, borreguitos, calaveras, canastitas con frutas, gallinas, además de la representación de algunos platillos.
Una dulce tradición elaborada con azúcar glass, grenetina, limones, goma de tragacanto y clara de huevo, todo se mezcla en cantidades proporcionales hasta conseguir una masa parecida a la plastilina para dar paso a la imaginación de cada alfeñiquero, quien agrega los detalles que sean necesarios de acuerdo a la figura que vaya a realizar.
Jorge Baeza Martínez, es heredero de una tradición de casi 100 años de fabricar alfeñiques o figuras de azúcar fina, además de las tradicionales calaveritas típicas de la temporada.
Jorge ha sido alfeñiquero por más de 38 años, aprendiendo entonces la técnica desde los 12 años y de ahí a la fecha se dedica a la elaboración de los dulces, pues mencionó que para él ya es una tradición a la que le ha tomado cariño.
Cabe mencionar que la producción comienza desde el mes de mayo, para alcanzar a abastecerse lo suficiente.
Entre los alfeñiques se pueden encontrar réplicas de platillos mexicanos como mole con arroz y pollo, enchiladas, tortas, mientras que también elabora animales en miniatura, personajes de caricaturas y de la vida pública.
También encontrarán calaveras literarias para regalar a un amigo o familiar, incluso pueden escoger entre calaveras de azúcar que de acuerdo a su tamaño tienen diversos significados: las medianas son alusión a la muerte siempre presente y las calaveras chicas son dedicadas a la Santísima Trinidad mientras que la grande al ‘Padre Eterno’.
En Celaya los vendedores de alfeñiques realizan cuatro tipos de dulces: el alfeñique, a base de azúcar amasada; el vaciado, con azúcar o chocolate a punto de miel; los dulces de pepita, elaborados con semilla de calabaza; y las miniaturas, a partir de diversas técnicas.
Así es como para el señor Jorge este es un oficio que aprendió desde niño, ya que su madre le inculcó la tradición que ella misma heredó de sus padres.

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