En Guanajuato circulan casi 20 mil taxis, la mayoría de ellos no son conducidos por los dueños de las concesiones. Quienes los trabajan son empleados informales, choferes que rentan el auto y el permiso por una liquidación diaria aproximada que va de 350 a 500 pesos, dependiendo el turno y la zona del estado.
La fórmula funciona desde hace 70 años porque los permisos los entregaba el gobernador en turno a sus amigos o a las centrales obreras que apoyaban al PRI y luego al PAN. Un bien público repartido entre cuates.
Al tiempo, líderes del gremio de taxistas acapararon los permisos comprándolos en el “mercado negro”. Con la concentración y la demanda, el precio de unas “placas” se elevó a 600 mil pesos. Al llegar Uber todo cambió. La empresa de origen norteamericano no preguntó para entrar al mercado de la movilidad. Distribuyó apps en las plataformas de Apple y Android, aceptó solicitudes de particulares para entrar al negocio y volteó al revés las condiciones de la industria.
De inmediato hubo rebeliones en varias ciudades de México y en algunas de plano se les bloqueó la entrada. La fortaleza de los sindicatos tradicionales impide, por ejemplo, que en Oaxaca o en Cancún participen Uber, Didi, Cabify o cualquier otra. En la CDMX fue tan grande la aceptación que el público lo apoyó, incluyendo a varios políticos que de inmediato entraron al negocio. Luego hicieron lo correcto: los gobernaron.
En Guanajuato comenzaron los conflictos en el sexenio pasado y Miguel Márquez emprendió una persecución absurda a Uber por “no tener permisos”. Luego cedió ante la gran utilidad para el ciudadano. Era absurdo que un gobierno panista se pusiera del lado de los sindicatos y los acaparadores de permisos y en contra de los ciudadanos.
El PAN, que es el nuevo PRI en Guanajuato, había creado su propio sindicato en la Línea Dorada con la participación de Nabor Centeno (q.e.p.d.). Los taxis fueron útiles para acarreos, apoyos incondicionales al gobernante en turno, llámese Rafael Corrales Ayala o Juan Manuel Oliva.
La tecnología y los beneficios de los hoy llamados “autos ejecutivos” convenció al mercado y comenzó a desplazar muchos viajes, sobre todo entre los millennials y quienes buscan seguridad.
Ahora entrará una empresa china llamada Didi, que promete no tener tarifas dinámicas como Uber. Ya está en la CDMX y regala viajes promocionales si se baja la aplicación. Didi es la plataforma más grande del mundo por la población de China, donde desbancó a Uber.
La libertad de acceder a un mercado es uno de los valores más importantes de las democracias y de la ideología del PAN cuando era partido de oposición. Tan sólo abrir la oferta ahorraría a los usuarios de taxi en Guanajuato entre 2 y 3 millones de pesos diarios, cálculo del sobreprecio pagado por alimentar la red original de corrupción por el otorgamiento discrecional de permisos.
Y si el mercado se llegara a saturar, el camino correcto sería rifar los permisos entre los adultos registrados en el INE, pero ese tema sería para discutirse más adelante, por lo pronto bienvenida la libertad de emprender.
