En los dos últimos sexenios, desde la oposición de izquierda, la contabilidad de muertos producto de la inseguridad general, fue una estrategia útil para señalar que los gobiernos fallaban, que los partidos en el poder eran incapaces de contener al crimen organizado. “Ni el PAN ni el PRI pueden con el problema”, era la afirmación opositora. Ciertamente la izquierda obtuvo ventajas políticas de ello; primero el PRD y más recientemente, Morena. Por eso, fueron acabar con la inseguridad y el combate a la corrupción, las dos principales promesas del Presidente AMLO en campaña.
Hoy que Morena es gobierno, la guerra de las cifras y el intercambio de culpas sigue siendo casi un deporte nacional. Jorge Ramos, el periodista más crítico y visible en el mundo latino, enfrentó al Presidente para cuestionarle “sus datos”. El Presidente, fiel a su estilo, inició entonces, ese discurso simplista para darle vuelta a la realidad, afirmando “tener otros datos”. Basándose en los datos oficiales del Secretariado Nacional de Seguridad Pública, Ramos se enfrascó ellos en la guerra de cifras. El resultado, fue que los políticos miden muertos para atacar a los adversarios.
Estrictamente “los muertos de Calderón”, no fueron provocados directamente por él, sino por el entorno nacional. Lo mismo podría decirse de “los muertos de Peña” y ahora de los “muertos de AMLO”, pero si somos estrictos, al usar éste, la misma estrategia de la izquierda para oponerse al gobierno del PRI-AN, esto debe aplicarse hoy también al régimen de AMLO.
Por eso es mejor enfocarnos en el asunto de fondo: México está en el periodo más violento de su historia moderna. Los “muertos de AMLO” son más que los de sus predecesores. El asunto no es señalarlo, sino como País, cuándo podrá esta cifra detenerse. AMLO apostó a su inversión en gasto social para que el “pueblo bueno” tuviese ingresos que les permitieran desalentar la idea de enrolarse en actividades ilícitas del crimen organizado; es un enfoque que ataca la causa raíz. Esto es encomiable, solo que es muy pronto para saberlo, pues en la historia de América Latina, el gasto social no se ha reflejado en disminución de la pobreza en el mediano y largo plazo. Solo en el corto plazo se refleja en consumo.
El Presidente AMLO criticó por años la estrategia de combatir la violencia con más violencia y hoy a la herencia recibida de corrupción e impunidad, pero paradójicamente él hizo lo mismo que los antecesores: apostó su estrategia a la creación de la Guardia Nacional. Incluso aseguró: “Hemos controlado la situación, según nuestros datos”. Es cierto que la herencia es catastrófica: durante los dos últimos gobiernos la tasa de homicidios aumentó a más del doble. Hasta ahora la estrategia de López Obrador ha sido muy similar a combatir la violencia con violencia que tanto criticaba de sus predecesores. Contra sus promesas de campaña, su proyecto clave representa una profundización en la idea militarista que ha contribuido a llevar nos a esta situación: la creación de la Guardia Nacional. También falta saber si se dará la regulación de la marihuana para el consumo personal y la amapola para la producción de medicamentos, que podría ser otra alternativa de solución al problema.
Pero tristemente es falso que la situación esté controlada. Alrededor de 2,500 personas murieron asesinadas cada mes en los primeros cuatro meses del gobierno de AMLO. Tampoco se trata como en el caso de Guanajuato, líder en número de homicidios-, de insistir en que más del 80% de éstos son del fuero federal y, por lo tanto, también son “muertos de AMLO”, sino en asegurar que el gobierno federal y el estatal se coordinen para proteger a la sociedad y a las empresas.
Me preocupa y disgusta la incapacidad de leer la realidad del Presidente con “otros datos” y de descalificar a quienes no piensan igual que él. Es cierto que hoy estamos peor que antes en el número de muertes, pero la cuestión no es culparle, sino cómo puede él convocar a todos los sectores a que construyamos un mejor País. Provocar la lucha entre “fifís” y “chairos” no es la mejor estrategia. Construir la paz y la justicia, requiere el concurso de todos. Ese discurso oficial de que solo mueren los buenos o los malos que luchan en una guerra es también falso e inútil. Los “muertos de AMLO” también incluyen a periodistas, a activistas del medio ambiente y a miles de personas más. Lamentablemente de acuerdo a datos del primer trimestre, 2019 será el año con más muertes e incluirá también a miles de personas amenazadas que abandonan sus casas para huir, a muchas que pagan una cuota para tener un negocio o que lo cierran porque no pueden pagar.
Los mejores tiempos para un País son siempre los de la concordia, los de la unidad. El Presidente tiene un enorme apoyo popular; si convoca a todos y suma y no resta, lograremos más temprano que tarde, un mejor País.
* Director de la Universidad Meridiano
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