Después de muerta, una joven regresó al panteón de Las Flores solamente para pedir que su lápida fuera adornada de mejor forma y aseada periódicamente.
“El Güero”, uno de los panteoneros más antiguos en el camposanto, relató que hace 10 años mientras laboraba se le acercó una muchacha tipo “punketa”.
Le pidió que le limpiara la lápida y adornara porque estaba un poco descuidada, el hombre obedeció.
“Oiga señor, me limpia mi tumba, pero vas a ir a mi casa a cobrar porque ahorita no traigo dinero”.
El trabajador accedió y se fue a la tumba que le indicó la muchacha, mientras la limpiaba platicó con ella de diferentes temas. Después el empleado se retiró para continuar con sus actividades. Pasaron tres días y fue a la casa en la dirección que le indicó la joven, donde una mujer lo atendió.
“Fui a cobrar, le dije a la señora que había ido una muchacha a buscarme para que le limpiara la tumba y que viniera a cobrar, la señora me dijo que quién sería y vi la foto colgada en la pared, le dije que era ella”.
La mujer le respondió: “Ella tiene varios años que se murió”.
El panteonero regresó al cementerio desconcertado y asimilando lo que le había ocurrido, porque platicó y convivió con la muchacha que quería ver su sepulcro hermoso.
